Antes, una playa privada era la que tenía la casa de verano. La ley de costas todavía no había hecho del todo públicas la orilla del mar. El lujo consistía en arreglar tu cala a tu manera, con tu propia toalla y con tu traje de baño a juego. Con un teléfono conectado de la casa hasta la playa. Escenas que traen recuerdos de toallas elegantes y comer en casa tranquilamente.
Ahora, una playa privada no pertenece a una persona, sino a un hotel, donde las toallas inmaculadas parecen no acabarse nunca (¿cuántas toallas necesita una persona?) que se renuevan a diario aunque haya sequía. Rodeado de personajes internacionales que conceden demasiada importancia a lo privado. Todos con su uniforme consistente en gafas de sol, como clones. En los que los camareros te traen la bebida y comida sin tener que mover un dedo.
Moraleja: No es que antes fuera mejor, sólo más personal.
Este no es un blog de DIY. Me gusta mucho el DIY, la satisfacción de hacer algo con tus propias manos, y no solo teclear en el ordenador, como ya dije aquí. Hay algo muy motivador en el DIY, como un entretenimiento para una tarde de domingo (tan poco productivas ellas).
Pero digo que no es un blog de DIY porque 1º No creo que el lector medio entre en mi página buscando ideas y 2º porque lo que busco transmitir es otras cosas. Y sin embargo aquí van algunas ideas. ¿No es divertido transgredir las normas que uno se ha auto impuesto?
Una vez leí un relato sobre una mariposa que entró en el metro. Y hoy he visto una, se subió en la 42 y se bajo en la 59 por lo que supongo que iría a bloomingdales a comprarse un sombrero, que luego no le gustará nada, como pasa siempre con los sombreros que te compras.
Foto de http://www.misspandora.fr/
Hay ropa que te hace sentirte aventurero. Esta es mi camiseta de ligar - dicen algunos - con estos zapatos me siento alguien importante – piensan otros. Siempre hay ropas que nos compramos por evocaciones, fantasías que nos inventamos: con una barbour y una camisa Oxford me veo paseando a los perros por la campiña inglesa. Con ese gorro y ese abrigo me imagino que soy una secretaria de Mad Men. Con esos pantalones y esa bufanda me siento tan parisino.
Algunas prendas te hacen pensar en besos en el campo con chicas que leen a Nancy Mitford y que besan bajo paraguas de tartán.
No es pecado, después de todo, el vestirse tiene algo de jugar, de esperanza, de armadura. De que las cosas más interesantes nos ocurrirán si vamos adecuadamente vestidos, de que el hábito sí que hace un poco al monje.
Si, lo sé. Un libro más sobre Coco Chanel. Con las evocaciones de Lagerfeld sobre sueños de Mademoiselle y todas esas biografías uno debería cansarse.
Pero hay algo diferente en este libro. Es otra visión de ese personaje que todos creemos conocer tan bien. Tiene un punto de autentica intimidad, como cuando observas a alguien que no sabe que lo haces.
Esa es precisamente la perspectiva la que hace tan interesante el libro. Y es que las fotografías de Douglas Kirkland guardan siempre una distancia, como el cazador que no quiere asustar a su presa, consiguiendo desde esa distancia una cercanía con Coco Chanel poco vista.
Otro libro en mi lista destinada a vaciar mi cuenta corriente. Aquí.
Pero hay algo diferente en este libro. Es otra visión de ese personaje que todos creemos conocer tan bien. Tiene un punto de autentica intimidad, como cuando observas a alguien que no sabe que lo haces.
Esa es precisamente la perspectiva la que hace tan interesante el libro. Y es que las fotografías de Douglas Kirkland guardan siempre una distancia, como el cazador que no quiere asustar a su presa, consiguiendo desde esa distancia una cercanía con Coco Chanel poco vista.
Otro libro en mi lista destinada a vaciar mi cuenta corriente. Aquí.
La mayoría de nosotros leemos Vogue no con la intención de comprar la ropa tan cara, sino porque al hacerlo educamos nuestros ojos y afilamos nuestro gusto, de manera similar en la que degustar comida gourmet refina el paladar. Éste es un placer activado por la estética implacable de Wintour, su negación a participar en la tendencia democratizadora de la mayoría de sus competidores. Negarle ése privilegio es negarle a los lectores el privilegio de la fantasía en la forma de la tan bellamente fotografiada alta costura de París.
Parece que no hay demasiada gente que lo entienda. Aún hoy, con el amplio mercado de revistas disponible, la gente sigue teniendo en la cabeza esa idea de que éstas no son más que catálogos. - Un bolso de 500€ - dicen - se creen que somos millonarios- . Leer una revista de moda significa únicamente culturizarse y entrar en contacto con lo bello. En esencia, debería tener el mismo efecto que leer un libro.
Parece que no hay demasiada gente que lo entienda. Aún hoy, con el amplio mercado de revistas disponible, la gente sigue teniendo en la cabeza esa idea de que éstas no son más que catálogos. - Un bolso de 500€ - dicen - se creen que somos millonarios- . Leer una revista de moda significa únicamente culturizarse y entrar en contacto con lo bello. En esencia, debería tener el mismo efecto que leer un libro.
Cheri es una estupenda adaptación de un libro estupendo. Con buenos actores y un buen director es prácticamente imposible estropear tan buena historia. No sólo eso, Stephen Frears consigue que, lo que en un principio podría resultar lento, no pierda el ritmo en ningún momento. Una película sobre los sentimientos, la nostalgia, los distintos grados del amor, el consuelo… que en ningún momento deja de tener movimiento.
¿Y por qué es tan bueno el vestuario de Consolata Boyle? No es solamente por su fidelidad a la época, que hace que los actores no parezcan disfrazados, sino por su capacidad para conseguir que, a pesar de admirar los vestidos, en ningún momento nos distraigan de la historia. No sólo porque este bien hechos, además saben pasar desapercibidos cuando no son los protagonistas.
Y eso ayuda a la película, puesto que todas las piezas (música, vestuario, escenarios) son magnificas pero saben jugar en equipo.
Frears parece conocer bien el trabajo de Consolata puesto que ya ha trabajado con ella en Mary Reilly y The Queen (cuyo vestuario se merece otro post).
Su banda sonora por Alexandre Desplat (otro gran compositor) aquí o en Spotify.
En esos días en los que me meto en Amazon y acabo gastándome más dinero del que debería (el otro día me encontré rodeado de gente que no conocía amazon ?!?!) voy descubriendo libros que por a o por b quiero leer.
Como el último de Jean Claude Ellena: Journal d'un parfumeur.
Jean-Claude es un famoso perfumista que ha trabajado con Hèrmes, Bulgari, Cartier y más. La profesión de perfumista siempre me ha llamado la atención, más que nada cómo poner los olores por escrito. Y también por cómo inventan nuevos perfumes, un poco cómo componer una canción.
No menospreciemos los perfumes, desde un punto de vista de elegancia podemos recurrir a la famosa frase acuñada por Coco Chanel de que no es posible ser elegante sin perfume, o si nos centramos en su valor económico, todos sabemos que son los perfumes los que sanean las cuentas de las grandes casas.
En cualquier caso, cabe destacar como en apenas 100 años el perfume parece haberse convertido en un bien de primera necesidad en el baño junto con el jabón, el champú y el desodorante.
Jean Claude Ellena cuenta como curiosidad que el nunca pone el tan socorrido olor a musgo en los perfumes para hombre por estar muy visto, o muy olido.
Mi única reflexión es, ¿realmente hay suficiente mercado para tantos perfumes? ¿O soy el único que nunca cambia de perfume?
Sus libros aquí, aquí, aquí y aquí.
Como el último de Jean Claude Ellena: Journal d'un parfumeur.
Jean-Claude es un famoso perfumista que ha trabajado con Hèrmes, Bulgari, Cartier y más. La profesión de perfumista siempre me ha llamado la atención, más que nada cómo poner los olores por escrito. Y también por cómo inventan nuevos perfumes, un poco cómo componer una canción.
No menospreciemos los perfumes, desde un punto de vista de elegancia podemos recurrir a la famosa frase acuñada por Coco Chanel de que no es posible ser elegante sin perfume, o si nos centramos en su valor económico, todos sabemos que son los perfumes los que sanean las cuentas de las grandes casas.
En cualquier caso, cabe destacar como en apenas 100 años el perfume parece haberse convertido en un bien de primera necesidad en el baño junto con el jabón, el champú y el desodorante.
Jean Claude Ellena cuenta como curiosidad que el nunca pone el tan socorrido olor a musgo en los perfumes para hombre por estar muy visto, o muy olido.
Mi única reflexión es, ¿realmente hay suficiente mercado para tantos perfumes? ¿O soy el único que nunca cambia de perfume?
Sus libros aquí, aquí, aquí y aquí.
Para mí Halloween siempre ha sido más de encender velas y ver pelis cutres de miedo (El retorno de las Brujas, con Bette Midler y Sarah Jessica Parker, es un clásico para mí). Con este despropósito de disfraces de plástico y fiestas discotequeras en las que ni siquiera se cuentan historias de miedo para asustar a las chicas y que se te arrejunten, sólo me queda celebrar halloween a mi manera.
The troll hunter es una peli que acabo de ver hace una hora y me ha encantado, genial para Halloween (o no)
No suelo comprarme esta clase de libros, y menos si la autora es Ines de la Fressange, que no me acaba de caer del todo bien. Pero una amiga se lo compró e insistió en que lo leyera, y claro, como yo me leería hasta el diccionario, pues me puse a verlo.
Tengo que decir que me sorprendió gratamente. Vale, apenas dice nada nuevo: básicos, buenas compras y sé tu misma. Pero la forma resulta interesante. Sus combinaciones curiosas ya preparadas (para no tener que pensar) o su capítulo dedicado a los no tan básicos: americana, gabardina trench, jersey azul marino, camiseta sin mangas, little black dress, vaqueros y cazadora de cuero.
También me gusta el detalle de que, a la hora de poner tiendas para comprar ciertas prendas, nos da la opción cara y la más accesible. No es de las que dice "los únicos jerseys que puedes llevar son los de la marca X de 300 euros".
Lo que no me convence tanto es lo de las tiendas y restaurantes. Esos si que se salen bastante más del presupuesto medio, aunque me sorprendió comprobar que conocía unas cuantas.
En resumen, un buen libro en el que gastarte el dinero si te gustan los libros de estilo. No imprescindible pero bien escrito.
Cuando era adolescente todo el mundo empezaba a definir su estilo. Los emos no existían aún pero ya había distintos grupos. La gente imitaba a sus idolos, cantantes, actores. Y yo que siempre he ido a mi aire, me inspiraba en Marty McFly, protagonista de Regreso al futuro.
Con esa camiseta granate, los vaqueros Levis y las Nike Classic, podía estar en 1950, 1985 e incluso en el siglo XXI.
Ahí está la gracia de los clásicos.
¿Por qué me llamas Levis?
Es tu nombre ¿no? Levis Strauss, lo llevas escrito en la ropa interior.
Curiosamente en la versión original le llama Calvin Klein. Traduttore traditore ¿no? (Traductor, traidor)
Mas información aquí
Con esa camiseta granate, los vaqueros Levis y las Nike Classic, podía estar en 1950, 1985 e incluso en el siglo XXI.
Ahí está la gracia de los clásicos.
¿Por qué me llamas Levis?
Es tu nombre ¿no? Levis Strauss, lo llevas escrito en la ropa interior.
Curiosamente en la versión original le llama Calvin Klein. Traduttore traditore ¿no? (Traductor, traidor)
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El lujo no es desayunar en la cama, el lujo es dormir en sabanas de lino.
El lujo no es comprarse un vestido de Prada, el lujo es tener cuándo usarlo.
El lujo no es entrar por la puerta VIP, el lujo es pasártelo bien.
El lujo no es tener una camisa a medida, el lujo es tener a alguien te la quita.
El lujo es tener flores frescas en casa, una cerveza fría los viernes por la tarde, y encontrar por sorpresa en una librería el libro que llevas siglos buscando.
El lujo no es comprarse un vestido de Prada, el lujo es tener cuándo usarlo.
El lujo no es entrar por la puerta VIP, el lujo es pasártelo bien.
El lujo no es tener una camisa a medida, el lujo es tener a alguien te la quita.
El lujo es tener flores frescas en casa, una cerveza fría los viernes por la tarde, y encontrar por sorpresa en una librería el libro que llevas siglos buscando.
Soy una persona que disfruta con una buena discusión. Pero eso si, con gente que sabe discutir. Que expone bien, que explica, que contrasta.
Ayer me vi envuelto en una de esas discusiones que parecen más monólogos. El tema era el consumismo. Y habló esta persona.
Me callé cuando habló de conspiraciones, me callé cuando inventó porcentajes, y me callé cuando hizo uso de datos que no pueden existir (tuve buenos profesores que me inculcaron la costumbre de desconfiar de ciertas fuentes) pero no me pude callar cuando habló del mundo de la moda. De las tendencias como invento exclusivo de los empresarios.
- Perdona pero creo que estás equivocado. Cierto que ahora se fomenta más el cambio de tendencias para aumentar las ventas pero la moda es algo mucho más antiguo.
- Hace cincuenta años la gente no tenía esa necesidad de comprar porque los demás dijeran que estaba pasado de moda - me interrumpe.
- ¿Ah no? ¿Eso crees? ¿Qué me dices de las modistas que copiaban diseños de revistas extranjeras? ¿Era para ganar dinero? ¿O por el consumismo? Pero retrocedamos un poco más. Vayámonos un poco más atrás, al periodo de entre guerras, en el punto más alto de las casas de costura. ¿Acaso esas mujeres compraban esas ropas porque la televisión (o los periódicos, revistas o la radio) les decía que haciéndolo serían más felices? O los dandys con sus trajes a medida y corbatas, pañuelos y sombreros. Por supuesto existe un punto psicológico en todo este asunto, pero es completamente injusto decir que este comportamiento se debe únicamente al marketing.
Retrocedamos un poco más, a la corte francesa en su momento de mayor decadencia. ¿Acaso se endeudaban los nobles porque consideraban que satisfacían una necesidad? Por supuesto que no. Una vez más vienen por detrás otros motivos principalmente el de status. E incluso hay tribus africanas en la que se ha descubierto un cambio de estilos en los collares de las mujeres debidos solamente al punto cíclico de la ropa y los complementos, puesto que a todos nos gusta cambiar.
Y no hay que olvidar una cosa: uno siempre va a querer estar por encima de su vecino. Ya sea con el coche o la ropa, o con su cultura e ideas (que por supuesto serán las únicas correctas).
Todo el mundo tiene alguna. Me refiero a esas habilidades o conocimientos de escasa utilidad y que no acaban de encajar con nuestra personalidad. Hay quien tiene habilidad para las plantas, o quien nos sorprende tocando el piano o arreglando cualquier cosa.
En mi caso tengo dos: la carpintería y el punto. Todo lo que sean sierras, lijas y clavos se me dan bien. En algún momento de mi vida aprendí y todavía soy capaz de desenvolverme en esos temas.
Respecto al punto, también lo aprendí hace y todavía lo hago de vez en cuando. No empezaré con todo eso de que el punto es el nuevo yoga y chorradas así. Además mis conocimientos se limitan a bufandas, gorros y calcetines. Pero hay algo tremendamente satisfactorio en ser capaz de crear algo con tus propias manos. Y en este mundo en el que hasta se nos ha olvidado cómo escribir a mano, da gusto ver que eres capaz de crear algo que tiene realmente un fin.
Yo soy una persona inquieta, y una de las cosas que menos me gusta de ver la tele es esa sensación de no estar haciendo nada de mientras. Gracias al punto, me encanta sentarme en el sofá mientras veo series repetidas o películas en blanco y negro (propicias para hacer punto) y voy pasando la lana de una aguja a otra. ¡Y nunca hago quedadas!
El único problema del punto es saber cuando parar. Si tu familia, amigos y tu mismo ya tienen el pack completo para el invierno, es momento de buscarte otro hobbie. Y cuidado con las horteradas, que en el mundo del punto las hay muchas.
Aquí tenéis una página buenísima para aprender a hacer punto o avanzar.
Y si alguien se anima que me lo diga si puedo ayudarle.
Y es que una buena bufanda de lana nunca pasa de moda.
Llevaba tiempo queriendo escribir un post sobre el tema. Y es a raíz del publicado por Di por Dior, que al final escribo éste. Trata sobre las subvenciones y las firmas españolas. Tela.
Puede que sea mi lado empresarial, capitalista o como quieras llamarlo pero creo que el objetivo de una firma, de cualquier firma es crear beneficio. Por supuesto algún profesor mío me suspendería de manera retroactiva si leyera esto. Bien, me corrijo a mí mismo y busco una definición más exacta: El objetivo principal de la empresa es ser competitiva a largo plazo y para ello es condición necesaria que su beneficio sea siempre superior o igual a sus gastos.
Así está mejor. Pero simplificando, es lo mismo. Las firmas españolas deben recordar a Coco Chanel cuando decía que “la moda no es moda si nadie la ve” y yo añadiría, si nadie la viste. Ciertas firmas españolas, podríamos decir que realmente consolidadas, resulta que carecen de distribución. Acepto que algunas de ellas se dediquen a la alta costura, por lo que sólo necesitan un taller. Pero, ¿y las demás? En el mundo empresarial rige la ley de la evolución de Darwin en la que “sólo sobreviven los más aptos”. Y ayudar a una empresa de la que no vemos apenas ningún resultado remarcable, que no parece ser consciente de que, para sobrevivir, a veces hay que hacer sacrificios y “adaptarse al medio”, francamente, no me parece tan buena idea.
Y ya metidos en cursivas ¿quién no recuerda aquello de los peces y las cañas? Parece que desde el gobierno resulta más fácil vaciar el Cantábrico (por las cantidades ofrecidas) que ponerles un buen administrador.
Puede que sea mi lado empresarial, capitalista o como quieras llamarlo pero creo que el objetivo de una firma, de cualquier firma es crear beneficio. Por supuesto algún profesor mío me suspendería de manera retroactiva si leyera esto. Bien, me corrijo a mí mismo y busco una definición más exacta: El objetivo principal de la empresa es ser competitiva a largo plazo y para ello es condición necesaria que su beneficio sea siempre superior o igual a sus gastos.
Así está mejor. Pero simplificando, es lo mismo. Las firmas españolas deben recordar a Coco Chanel cuando decía que “la moda no es moda si nadie la ve” y yo añadiría, si nadie la viste. Ciertas firmas españolas, podríamos decir que realmente consolidadas, resulta que carecen de distribución. Acepto que algunas de ellas se dediquen a la alta costura, por lo que sólo necesitan un taller. Pero, ¿y las demás? En el mundo empresarial rige la ley de la evolución de Darwin en la que “sólo sobreviven los más aptos”. Y ayudar a una empresa de la que no vemos apenas ningún resultado remarcable, que no parece ser consciente de que, para sobrevivir, a veces hay que hacer sacrificios y “adaptarse al medio”, francamente, no me parece tan buena idea.
Y ya metidos en cursivas ¿quién no recuerda aquello de los peces y las cañas? Parece que desde el gobierno resulta más fácil vaciar el Cantábrico (por las cantidades ofrecidas) que ponerles un buen administrador.
Júramelo por Helena Rubinstein,
Por Clinique, Sisheido o Coco Chanel.
Mírate, ¿no lo ves?
Así no procedes nada
O te maquillas o te operas ya la cara.
Sombras de ojos tipo Estée Lauder, Con base blanca hidratante Biotherme. Maquíllate para comer Maquíllate para beber Para ganar para perder ¡¡Maquíllate!!
El estilo no es más que mantener la misma idea desde el principio hasta el final.
August Wilson
O lo que es lo mismo; que si se llevan los jerseys amarillos y no te van, o no te gustan, no te sientas obligado a llevarlos. A que en una foto de ahora y en una dentro de 10 años, tu estilo siga siendo el mismo, si bien, adaptado a los tiempos.
- Los zapatos no encajaban - me dijo Poirot cuando estuvimos solos -. Según mis pequeñas observaciones sobre la vida, costumbres y gustos de los ingleses, una dama, una dama de verdad, se muestra siempre muy exigente con sus zapatos. Podrá vestir ropas descuidadas, pero jamás llevará calzado ordinario. Sin embargo, nuestra lady Millicente lucía ripas elegantes y caras, y zapatos de escaso valor.
Zapatos: Fendi
Hay algo que ha cambiado en las tienda. No hablo de las modas, ni de la calidad ni cosas del estilo. Hablo del servicio. Me di cuenta de eso cuando hablaba el otro día con una amiga. Me decía que no entraba a una tienda (de una marca conocida y de precios medios-altos) porque odiaba que las dependientas le atosigaran.
Puede que os digáis, estoy de acuerdo, o no, pero ¿a que viene?
Y es que antes, la gente iba a una tienda y esperaba que le aconsejaran, que le sacaran tallas, modelos cómodamente sentado. Porque antes no existía eso de: ir a mirar. Se iba de compras porque se necesitaba comprar algo.
Hoy en día, con tiendas como Zara, y haciendo por enésima vez un símil con la comida, nos hemos acostumbrado a un estilo de compra de “self-service”: Cojo lo que quiero y luego lo pago. De nada sirve preguntar a la dependienta de turno: solo tenemos lo que hay fuera, uno se busca la vida. Podría hablar del perfil de las dependientas pero ese sería otro tema.
A lo que voy es que, nos hemos acostumbrado de tal manera a no depender de nadie, que cuando uno es atendido, se siente incomodo. Como esa gente que quita la botella de vino al camarero para servirse uno mismo.
De lo que no parecen darse cuenta es de que, en las tiendas que juegan en primera división, uno no sólo paga la prenda, sino la experiencia de comprarla. Es como ir a Disneyland: no es montarte en la atracción, es pasear, sacarte la foto con Mickey y comprarte la diadema con las orejas.
En las tiendas ocurre lo mismo: pagas por que una dependienta te trate educadamente, te sonría, intente complacerte e incluso a veces, te den algo de beber. ¿Y pierde la prenda por comprarla más barata por Internet o en un outlet? Probablemente no. Pero seamos sinceros, ¿a quién no le gusta que le mimen?
Puede que os digáis, estoy de acuerdo, o no, pero ¿a que viene?
Y es que antes, la gente iba a una tienda y esperaba que le aconsejaran, que le sacaran tallas, modelos cómodamente sentado. Porque antes no existía eso de: ir a mirar. Se iba de compras porque se necesitaba comprar algo.
Hoy en día, con tiendas como Zara, y haciendo por enésima vez un símil con la comida, nos hemos acostumbrado a un estilo de compra de “self-service”: Cojo lo que quiero y luego lo pago. De nada sirve preguntar a la dependienta de turno: solo tenemos lo que hay fuera, uno se busca la vida. Podría hablar del perfil de las dependientas pero ese sería otro tema.
A lo que voy es que, nos hemos acostumbrado de tal manera a no depender de nadie, que cuando uno es atendido, se siente incomodo. Como esa gente que quita la botella de vino al camarero para servirse uno mismo.
De lo que no parecen darse cuenta es de que, en las tiendas que juegan en primera división, uno no sólo paga la prenda, sino la experiencia de comprarla. Es como ir a Disneyland: no es montarte en la atracción, es pasear, sacarte la foto con Mickey y comprarte la diadema con las orejas.
En las tiendas ocurre lo mismo: pagas por que una dependienta te trate educadamente, te sonría, intente complacerte e incluso a veces, te den algo de beber. ¿Y pierde la prenda por comprarla más barata por Internet o en un outlet? Probablemente no. Pero seamos sinceros, ¿a quién no le gusta que le mimen?
Puede que este tema no parezca que tiene mucha relación con la moda, pero como decía Coco Chanel: la moda está en todas partes, en la calle y en la gente. Aunque puntualizando, supongo que tiene más que ver con la elegancia.
Otro tema que siempre me ha gustado tratar. ¿Qué es lo que diferencia a dos pesonas igualmente vestidas? de, Chloè, por poner un ejemplo. Por supuesto no es lo que llevan, sino lo que hacen.
Lucy Kellaway es columnista en el Financial Times y aunque sus artículos suelen estar dirigidos al mundo de la empresa, siempre se puede sacar algo en limpio para nosotros. Una especia de Benchmarking.
Recuerdo un articulo (ya no está, por desgracia) que me gustó especialmente en el que hablaba de la utilidad de escribir notas y agradecimientos manuscritos para elevar la motivación de los trabajadores. En un mundo dominado por Iphones, Blackberrys, Facebook y Whatsapp, una nota, una carta tiene el valor de mostrar a alguien que es especial. Ponía el ejemplo de un director que en lugar de mandar un email de agradecimiento a su equipo por la realización de un proyecto, les había escrito una nota. A pesar de ser la misma para todos, los trabajadores, inconscientemente, apreciaban la molestia de escribir, y sin darse cuenta, quedaba constancia del agradecimiento.
Escribir cartas, notas y agradecimientos parece más una costumbre de nuestros abuelos pero ¿Por qué no felicitar por carta? Creo no ser el único al que le hace ilusión recibir correo, por eso la persona a la que se lo mandemos, podemos asegurar que lo agradecerá. Cierto que no estamos en Las amistades peligrosas, pero siempre hay alguien a quién escribir. Christmas, cumpleaños, agradecimientos, o sencillamente una carta a un amigo en el extranjero.
Eso es lo que marca la diferencia. Eso, quizás, sea la elegancia.
Otro tema que siempre me ha gustado tratar. ¿Qué es lo que diferencia a dos pesonas igualmente vestidas? de, Chloè, por poner un ejemplo. Por supuesto no es lo que llevan, sino lo que hacen.
Lucy Kellaway es columnista en el Financial Times y aunque sus artículos suelen estar dirigidos al mundo de la empresa, siempre se puede sacar algo en limpio para nosotros. Una especia de Benchmarking.
Recuerdo un articulo (ya no está, por desgracia) que me gustó especialmente en el que hablaba de la utilidad de escribir notas y agradecimientos manuscritos para elevar la motivación de los trabajadores. En un mundo dominado por Iphones, Blackberrys, Facebook y Whatsapp, una nota, una carta tiene el valor de mostrar a alguien que es especial. Ponía el ejemplo de un director que en lugar de mandar un email de agradecimiento a su equipo por la realización de un proyecto, les había escrito una nota. A pesar de ser la misma para todos, los trabajadores, inconscientemente, apreciaban la molestia de escribir, y sin darse cuenta, quedaba constancia del agradecimiento.
Escribir cartas, notas y agradecimientos parece más una costumbre de nuestros abuelos pero ¿Por qué no felicitar por carta? Creo no ser el único al que le hace ilusión recibir correo, por eso la persona a la que se lo mandemos, podemos asegurar que lo agradecerá. Cierto que no estamos en Las amistades peligrosas, pero siempre hay alguien a quién escribir. Christmas, cumpleaños, agradecimientos, o sencillamente una carta a un amigo en el extranjero.
Eso es lo que marca la diferencia. Eso, quizás, sea la elegancia.
¿Por qué leer Buyology?
Porque como dice el propio autor, es conveniente conocer los trucos de las empresas y comprar algo porque verdaderamente lo queremos.
Por que resulta increíble que el cerebro tarde solo dos segundos en tomar la decisión de comprar algo.
Porque las empresas cada vez utilizan técnicas cada vez más sutiles para su publicidad (muy interesante la forma de hacer publicidad de Coca-Cola en American Idol)
Porque se nos demuestra que el sexo, digan lo que digan, no vende. E incluso puede resultar contraproducente.
Porque el capitulo de las “neuronas espejo” es fascinante. ¿Cómo puede ser que una nueva moda que al principio odiamos acabe gustándonos? ¿Cuál es el éxito de los auriculares blancos de Appel?
Porque después de leer “El retorno de Keynes” se agradece leer un libro serio pero ameno.
Porque al acabarlo uno tiene la sensación de estar preparado para trabajar en Sterling&Cooper.
Porque como dice el propio autor, es conveniente conocer los trucos de las empresas y comprar algo porque verdaderamente lo queremos.
Por que resulta increíble que el cerebro tarde solo dos segundos en tomar la decisión de comprar algo.
Porque las empresas cada vez utilizan técnicas cada vez más sutiles para su publicidad (muy interesante la forma de hacer publicidad de Coca-Cola en American Idol)
Porque se nos demuestra que el sexo, digan lo que digan, no vende. E incluso puede resultar contraproducente.
Porque el capitulo de las “neuronas espejo” es fascinante. ¿Cómo puede ser que una nueva moda que al principio odiamos acabe gustándonos? ¿Cuál es el éxito de los auriculares blancos de Appel?
Porque después de leer “El retorno de Keynes” se agradece leer un libro serio pero ameno.
Porque al acabarlo uno tiene la sensación de estar preparado para trabajar en Sterling&Cooper.
- ¿Y cómo eran?
- Vulgares, pero con esa vulgaridad aceptable. Después de todo tenían cierta cultura. Es la diferencia entre la vulgaridad que se tiene desde que se nace o la que se adquiere con el tiempo. Al igual que no es lo mismo el sibaritismo, mejor llamémoslo pijerío, que se trae de casa o el pijerio parvenu. Si yo pido una pala de pescado en un restaurante podría considerarse como una deliciosa excentricidad.
- ¿Y si lo hiciera otro?
- Si se tratara de una de esas personas que por llevar una camisa con un caballo enorme bordado se creen mejor que los demás, no se vería en ese gesto más que a un pedante en toda regla. Por eso mismo, éstos pueden permitirse el lujo de ser horteras, porque en el fondo, poseen otras cualidades que incluso les otorgan un cierto halo de, si no elegancia (lo cual sería algo presuntuoso) de estilo personal en cierto modo pasable.
- Aunque en el fondo preferirías que vistieran y se comportaran como tú.
- Es evidente. Aunque con el tiempo te das cuenta de que, si exiges a tus amigos tanto como te exiges a ti mismo, bueno, no tendrías un solo amigo.
¿Por qué pedir perdón por no postear más a menudo? Un blog es de uno y no tiene porque dar ninguna explicación. Faltaría más que nuestras aficiones se conviertan en obligaciones. A no ser que pretendas utilizarlo como una herramienta para hacerte un hueco en el mundo de la moda (Dios nos libre) no tiene sentido.
Por otro lado, esto supone anteponer la cantidad a la calidad. ¿No es mejor publicar esporadicamente con "articulos" con más cuerpo que estúpidos todos los días? Supongo que no está mal obligarse a ser costante (una virtuda muy de capa caida en estos tiempos) pero siempre y cuando se disfrute mínimamente con ello.
Por eso digo: No os disculpeis.
Por otro lado, esto supone anteponer la cantidad a la calidad. ¿No es mejor publicar esporadicamente con "articulos" con más cuerpo que estúpidos todos los días? Supongo que no está mal obligarse a ser costante (una virtuda muy de capa caida en estos tiempos) pero siempre y cuando se disfrute mínimamente con ello.
Por eso digo: No os disculpeis.
El problema del verano es que no me siento cómodo con su ropa. Normalmente intento escaparme a lugares donde pueda llevar pantalón largo y un jersey para cuando refresca, pero este año, he acabado más al sur.
Y hace calor. Por lo que mi uniforme consiste en pantalón corto y camiseta. Polo y náuticos dependiendo del plan. Pero nada más.
La cuestión es que el otro día refrescó (¡gracias a Dios!) pude ponerme unos vaqueros y una camisa. Estuve con un conocido recién conocido y me dijo uno de esos cumplidos tan poco comunes.
Dijo que se notaba que esa era mi ropa, mi estilo, porque se me notaba mucho mas a gusto en mi piel.
Algunas personas tienen el don del camuflaje: pueden ir cambiando de estilo y en todos se sienten bien. Desgraciadamente, yo solo me siento cómodo en aquello que conozco.
Como con tantas otras cosas en mi vida, tengo tendencia a idelizar el verano. Cada año, cuando empieza el calor peinso en las casonas de The O.C. haciendo skate por el paseo marítimo, en pasearme entre las palmeras, broncearme relajadamente en una tumbona de la playa, en hacer largos en la piscina antes de desayunar, en pasar todo el día mojado de tanto bañarme. En largos aperitivos bajo el sol, imaginarme luciendo palmito como Alain Delon o tumbarme en el sofa después de comer y dormitar abrazado a alguien.
Y todos los años me aburro. Las tardes en la playa se me hacen eternas. El calor me da dolor de cabeza. A la gente le aburren los aperitivos. Los paseos a lo jubilado acaban aburriendo. Me da pereza bajar a la piscina. Y no tengo encuentro a una Romy a quien abrazar, porque claro, tampoco soy Alain Delon.