En Paris todo el mundo viste bien II

Era mi intención el otro día hablar de la gente que viste mal en París y al final acabé hablando de los que, a mi parecer, mejor visten. Podría seguir hablando de las distintas clase que hay, pero qué queréis, me aburre la clase media, se salva la burguesía, pero ésta nunca ha sido clase media ¿verdad?

Mejor voy directo a la gente que realmente viste mal. Me refiero a esa gente de clase media baja, que en los 70 pudo ser clase media a secas, pero a la que ahora se le añade el “baja” al final. De los que te dirán que viven en Paris cuando en realidad se refieren a algún Banlieue de Îlle-de-france.

Mujeres a las que les encantan los colores vivacious, de las que se tiñen el pelo en casa y les queda canario. O peor, de peluquería que consigue el mismo resultado. De chicos con el pelo rapado a maquina. Si tienes suerte y eres mono ça va, si no, se siente. De los que llevan vaqueros desgastados horribles, zapatillas negras y calcetines blancos. De los que compran en Kiabi (la mode à petits prix, recuerden). De los que llevan las viseras sobre la cabeza, no puestas y llevan riñoneras de LV de (obvia) imitación. Los paletos de toda la vida, que también los hay en españa. ¿Cuál es la diferencia? Aquí uno es paleto esforzandose demasiado. Ahí uno es paleto por no esforzarse en absoluto.

Así que, que quede claro, en París NO todo el mundo viste bien. De hecho, la prueba viviente de ello es el centro comercial de Les Halles un sábado a la tarde. ¿De verdad creíais que no había poligoneras en París?



Desmontando mitos. En Paris todo el mundo viste bien


Desmontando mitos. En Paris todo el mundo viste bien.

Este post está absolutamente basado en mis experiencias personales y puede no corresponder a la realidad.

Absolutamente falso. Las generalizaciones son malas, malisimas, aunque yo haga mucho uso de ellas. No se puede decir con rotundidad que en Paris todo el mundo viste bien como no se podría decir que en Madrid se viste mal.

La clase alta

Paris es una ciudad con más de 2 millones de habitantes. Algunos de ellos viven en Neully-sur-Seine y son de clase altisima. Que visten de las marcas “de toda la vida”: Burberry's, Lacoste, Hermès, y van a Lafayette cuando necesitan “básicos”. Gente de la que se hace las camisas a medida con sus iniciales y para los que la moda es algo a seguir con pies de plomo. Gente bien de toda la vida, de lo que no buscan “faire étalage”. Ellos piensan: tenemos dinero, nuestros amigos lo saben, y ellos a su vez también lo tienen, pero eso no es excusa para ir pregonándolo.

Familias en las que las mujeres heredan no solo joyas y muebles, también reciben pañuelos de Hermès de hace más de 30 años aún en sus cajas naranjas, apenas gastadas. Familias en las que padres e hijos se compran el mismo modelo de polo o jersey aunque en tallas diferentes. El padre lo llevará con un pantalón de pana marrón y el hijo con unos vaqueros, cuestión de generación.

En general, el dinero viejo no sigue demasiado la moda. O mejor dicho, la moda de las revistas o de los blogs. Ellos tienen su propia etiqueta, y aunque muchos arribistas la crean fácil de imitar, su ojo, realmente entrenado, es capaz de diferenciarlo. Y si no, en cuanto hable. Que por la boca muere el pez.

En una época en la que cualquiera puede comprarse cualquier prenda, es el savoir-faire lo que realmente importa. Porque el pedigrí no se puede fingir.

Cholate con churros


Y espero ver algún día en "The Selby" una bandeja tal que esta, con churros en lugar de macarons.

La utilidad de lo bello


La utilidad de los artículos valorados por su belleza crean una dependencia muy íntima.
Una chuchara de plata labrada a mano, de un valor comercial de 10 dolares, no es más útil (en el primer sentido de la palabra) que una cuchara del mismo material hecha a maquina. Probablemente será incluso menos útil.
Inmediatamente se duduce que la primera chuchara agrada a nuestro gusto, a nuestro sentido de lo bello, en tanto que la otra, no tiene ninguna función útil aparte de su eficacia bruta.

Hábitos mentales populares

¿Cómo llega la moda de las pasarelas a las amas de casa cuarentonas de barrio? Me pregunto yo.

La clase elevada no puede efectuar a capricho una revolución o una inversión repentina de los hábitos mentales populares relativos a cada sector. Para que cualquier cambio llegue a empapar a la masa y cambiar la actitud habitual del pueblo, se requiere tiempo; especialmente si se trata de cambiar los hábitos de aquellas clases que están socialmente más remotas del cuerpo donde irradian los campos.


Teoría de la clase ociosa. Thorstein Veblen. 1899

Psicologia de la moda


¿Qué te has puesto?

El traje chaqueta que me probé el otro día.

El rojo. Un color fuerte, como de semáforo diciendo “detente”

Felipe y Letizia. 2010


¿No es estupendo todo lo que puede decir la ropa que escogemos? Para que luego nos digan que no hay que fiarse de las apariencias.