
La utilidad de los artículos valorados por su belleza crean una dependencia muy íntima.
Una chuchara de plata labrada a mano, de un valor comercial de 10 dolares, no es más útil (en el primer sentido de la palabra) que una cuchara del mismo material hecha a maquina. Probablemente será incluso menos útil.
Inmediatamente se duduce que la primera chuchara agrada a nuestro gusto, a nuestro sentido de lo bello, en tanto que la otra, no tiene ninguna función útil aparte de su eficacia bruta.