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Exposición Les années 50, la mode en France

En frebrero de 1947, la colección de un couturier recién llegado a la Avenue Montaigne cambia el mundo de la moda para siempre. […] Cuatro años más tarde del llamado New Look,  Christian Dior representa el 49% del total de exportaciones de moda francesa.

Así empezaba el folleto informativo que me dieron en el Palais Galliera (Musée de la mode) una mañana de domingo de principios de agosto.

La exposición se llamaba: Les années 50, la mode en France, 1947/1957 y como muy amablemente me informaron a la entrada, las fotografías no estaban permitidas. Uno que es muy respetuoso con la ley, ni lo intentó.

Uno de los pocos motivos por los que había ido era porque todos mis amigos habían escapado de París, por lo que no existía la más mínima posibilidad de hacer ningún plan.

En general, debo admitir que no me gusta ver la ropa en maniquíes, resulta triste. No es para eso para lo que fueron creados. El primer vistazo me decepcionó, vestidos y más vestidos y una panda de modernas “apasionadas” de la moda. Pero nadie me esperaba, así que decidí dedicar más tiempo a observar, a entrenar el ojo.

Y me sorprendí.

Me sorprendí de cientos de pequeños detalles, del glamour de algunos detalles, de la sencillez de otros. Es cierto que después de tanto leer sobre la época, uno idealiza hasta los vestidos, pero observando atentamente se empiezan a comprender cosas.

Recuerdo un vestido negro de Chanel, sencillo, sin estridencias que me llamó especialmente la atención. ¿Por qué? Porque uno no entiende que calificaran a Coco Chanel de adelantada hasta que ve ese vestido. Cualquier amiga, cualquier conocida podría llevar ese vestido hoy en día.

Leemos mucho sobre el tema, sobre la historia de la moda, sin llegar, creo yo, a entenderlo muy bien. Y en cierta forma, esa exposición me ayudo a encajar algunas piezas.


Creo que prefiero idealizar las cosas, pero verlas en realidad, aunque decepcione un poco a veces, aporta una nueva perspectiva. 

Museo de la moda

Guía para escalar socialmente II

Dibujo de mujer elegante con estola

De esta guía para escalar socialmente (o Social Climber's Guide to Manhattan) hay otro consejo que tampoco tiene desperdicio.


"Comunícate mediante tu armario. Los zapatos son una señal de estilo así que invierte a lo grande (Manolo Blahnik, Patrick Cox, Stephane Kelian, Casedi, Bruno Magli, Chanel). Lleva un perfume elegante y un pañuelo de seda vintage de cierto nivel (La santísima trinidad: Gucci, Pucci o Fiorucci) y tendrás la imagen correcta de una persona de mundo con ese aire de - falsa - despreocupación tan chic"


No hace falta tomárselo en serio, o sí, quién sabe. 

Fidelidad a las marcas

Decía un profesor mío de marketing que las personas somos más fieles a una marca o un producto que a nuestra pareja. Supongo que depende de la pareja y del producto aunque con el tiempo he visto que tenía más razón de la creía.


Polos de Lacoste de colores


Un conocido mio por ejemplo es completamente fiel a los polos de Lacoste. Los tiene prácticamente en todos los colores y raro es el día en el que no lleva uno. De hecho, de mayo a septiembre es prácticamente imposible verle con otra prenda.


Pintauñas rosa de Chanel


Otra amiga sólo compra cosméticos de Chanel, y tras acompañarla una vez a Sephota puedo decir que se gasta una buena cantidad de dinero. Eso si, luego recorta yendo a Zara. Pintauñas, base y otros productos de los que, como buen hombre, desconozco su utilidad.


Anuncio Polo Blue Ralph Lauren deportes

En cuanto a mí, como ya he dicho alguna vez, soy 100% fiel al perfume Polo Blue de Ralph Lauren. Me encanta, me siento a gusto y sólo de pensar en buscar otro me da pereza.


Si, supongo que todos somos fieles, aunque sea a una marca. 

La infancia

Dibujo niña leyendo Vogue
Siempre me han fascinado los orígenes de ciertas personas del mundillo: las tías inventadas de Chanel o la cantidad de leyendas sobre la infancia de Lagerfeld (una por cada vez que abre la boca), y es que parece, según ciertos blogs de moda o ego blogs por los que me paso de vez en cuando, que hay una gran cantidad de hombres y mujeres a quienes en su más tierna infancia leían Vogue en lugar de a los hermanos Grimm. 

Personas que debían tener las madres más glamurosas y modernas de su época y olvidando que lo 70 y los 80 fueron malas décadas en lo que a moda de calle se refiere.
Pretender dar una imagen, mezcla entre infancia inglesa junto al fuego y madres embajadoras con vestido largo. Y ellos embobados claro.

Yo sólo puedo decir que si la moda me interesa (al igual que el cine, la literatura, la botánica o que se yo) doy fe de que cuando era pequeño, me preocupaba más por la game boy, mi kimono de judo y cualquier palo que me encontrara por la calle (¿alguien me puedo explicar esa fascinación de los chicos por los palos de madera?) que por las revistas de mi madre.

El club de lectura de Alphonse Doré II

Si, lo sé. Un libro más sobre Coco Chanel. Con las evocaciones de Lagerfeld sobre sueños de Mademoiselle y todas esas biografías uno debería cansarse.


Pero hay algo diferente en este libro. Es otra visión de ese personaje que todos creemos conocer tan bien. Tiene un punto de autentica intimidad, como cuando observas a alguien que no sabe que lo haces. 


Esa es precisamente la perspectiva la que hace tan interesante el libro. Y es que las fotografías de Douglas Kirkland guardan siempre una distancia, como el cazador que no quiere asustar a su presa, consiguiendo desde esa distancia una cercanía con Coco Chanel poco vista.
Otro libro en mi lista destinada a vaciar mi cuenta corriente. Aquí.




Coco Chanel habla sobre la elegancia

Si en este blog tuviera que quedarme con un personaje, lo más seguro es que me quedara con Coco Chanel. Puede que sea porque nos gustan las verdades como puños, sin artificios. Discrepo con ella en ciertas cosas, pero ocurre hasta con los mejores amigos, después de todo ¿qué mujer en su sano juicio preferiría las joyas falsas a las autenticas?

Hace tiempo ya encontre éste video de una entrevista que le hicieron y me encantó. Os la he traducido. Espero que la disfruteis.




¿Podría darme una definición de la elegancia?

Una definición de la elegancia. Es difícil. Me hace usted preguntas muy difíciles. La elegancia comprende muchas cosas. Le diré lo que repito siempre, lo que para mí es un hecho, pero que no todo el mundo comprende: que las mujeres van demasiado vestidas y nunca lo suficientemente elegantes. 

La colección que creó el año pasado fue copiada e imitada en el mundo entero. Los confeccionadores reprodujeron miles de veces sus modelos. El Chanel bajó a las calles. ¿Eso le agrada?

Estoy encantada. Evidentemente era lo que buscaba, era mi objetivo. Crear un estilo. No hay estilo en Francia, hay estilo cuando la gente de la calle se visten como tú. Y creo haberlo conseguido. Pero no creo en las copias, creo en la imitación. Está bien llegar a ser imitado. 
 
¿Acaso es más importante?

La copia es una cosa muy difícil que ya no se hace. El pagar a las costureras para proteger algo que no existe. Lo que siempre me ha parecido estúpido es defender una moda. No se puede defender una moda. No es una moda si no la ve nadie. ¿Comprende? Hay una diferencia. Hay mucho que contar al respecto aunque no tengo mucha idea. No me lo ha preguntado pero es un problema, no para mí pero si para los modistos de otra categoría: el temor insensato a la copia. Mientras que para mí, la copia significa el éxito. No hay éxito sin copias e imitaciones. No existe.

El cambio de armario

 
Old clothes are old friends – Coco Chanel

Con ésta frase me he encontrado yo hoy, y me ha hecho pensar que, a pesar de que precisamente hoy no hace muy buen tiempo llega la hora de hacer cambió de armario. Si hombre, esa costumbre de abuelos a causa de las colecciones verano-verano. Que parece que ciertos modistos viven en canarias.

Sí, toca comprar antipolillas, guardar los abrigos en fundas, empezar a sacar camisetas que tenías olvidadas y reencontrarse con ellas, como dice Coco Chanel, como si fueran viejos amigos que uno se topa por la calle. Toca también tirar ropa (una de las cosas que a mí más me cuestan) y lavar algunas prendas que, aunque están limpias, huelen a cerrado.

Toca envolver los jerseys buenos en tela (el sumun de la sofisticación) y guardarlos en cajas con unos cuantos antipolillas, ya sabes, por si acaso. Y toca ver como tu armario parece más grande, porque claro, la ropa de verano ocupa menos.

Y por suerte para algunos, por desgracia para otros, descubrir que realmente no necesitas ropa nueva, que es lo bueno que tiene el verano: su simplicidad y estabilidad.
Y si no, me remito a mis palabras.

De tiendas y de marcas

Hay tiendas que son símbolos de por sí. Son más que la marca que venden. La complementan, le dan valor.

Hacen que el comprar sea el lujo, no la prenda. Se visitan anuncian en las guías como si de un museo se tratara, o una escultura, o una pieza de arte. Y al final tiene un poco de las tres.

¿Quién de vosotros no piensa en Chanel cuando digo Rue Cambon? Una callejuela (porque no es más que eso) que nadie conocería si no fuera porque ahí se instalo una de las mejores casas de moda de la historia?



 ¿Quién no dice mentalmente “Fendi” cuando os enseño este frasco? Eso si que es éxito: convertir una fachada en la que apoyar la marca, en una marca en sí misma. Por supuesto la fachada es bonita, pero seguro que otras muchas de Milán lo son.

A fin de cuentas, mucha de la gente que quiere entrar en estos sitios no es por comprarse un 2:55 si no por ver la escalera de espejos. Supongo que a fin de cuentas, tiene más de templo y museo de lo que pensamos.


Dinamismo




Al día siguiente se despertó dinámica y optimista. Así pues, se puso una blusa de seda salmón y un Chanel gris perla. Nada como los modelos de Mademoiselle para indicar a una mujer activa que el mundo le pertenece.


Terenci Moix, Garras de astracán.

Los bolsos grandes


Tenía que haber sabido que había algo raro en cuanto apareciste en mi vida con ese bolso tan sumamente grande.Lo que suele haber en un bolso de semejante tamaño no tiene que ser nada bueno.
True Blood

Jambes


Mujeres de piernas infinitas y hombres jovenes que regalan Chanel al lado de un Bistrot. No es el Paris real, pero si el Paris que debería ser.

Joyeux Noël!



Pour Noël, rien de mieux que la pub de Chanel Nº 5 d’Estella Warren. Je l’adore. C’est pas Noël sans Chanel Nº5. La petite chaperonne rouge, le loupe, la musique de Danny Elfman (Edward aux mains d’argent), la tour Eiffel. Bref, tout.
Joyeux Noël!!
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Por Navidad, nada mejor que el anuncio de Estella Warren para Chanel Nº5. Me encanta. La Navidad no llega hasta que veo el anuncio de Estella Warren. Caperucita roja, el lobo, la música de Danny Elfman (Eduardo manostijeras) la torre Eiffel. Vamos, todo.
Feliz Navidad!!
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There’s nothing better for Xmas than Estella Warren’s Chanel Nº5 commercial. I just love it. There’s no Christmas without it. Little red ridding hood, the Wolf, Danny Elfman’s music (Edward Scissor Hands), the Eiffel tower. Everything.

Merry Christmas!!

Chanel Pre-Fall 2010





Chanel Pre-Fall 2010

Recordemos que, para tales ocasiones, las heroínas de Minifar Steiman suelen vestir traje sastre, que siempre fue la indumentaria de la autodeterminanción femenina.

Mujercisimas, Terenci Moix.

Bravo por Lagerfeld!! A mí, me ha gustado.

Coco Chanel & Igor Stravinsky



Comme si nous n’eût pas assez Chanel...

Au moins la musique sera bonne.

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Como si no tuvieramos suficiente Chanel…

Al menos la musica será buena.

Todo, "Alto"

La alta costura es como la alta cocina. Todo entendido se muere por entrar en el desfile de Chanel o por comer en el Bulli. Se esfuerzan tanto por destacar que olvidan la función principal de lo que hacen. Ya sea vestir o cocinar. Puede que haya algunos pocos elegidos que puedan hacerlo "por que si" pero para los demás es intentar "deconstruir comida" o hacer un vestido barroco con plástico de burbujas. Al final es lo mismo. Después de mucho años algunos a algunos pocos se les puede permitir experimentar. Ojo, solamente cuando ya son capaces de (casi) alcanzar la perfección. A los demás, se les debería poner primero a hacer 10000 cocidos de lentejas o a cojer otros tantos dobladillos.

Por que para ser moderno, primero hay que conocer a la perfección lo clásico.

Por que la gente de la calle, y no me refiero a la chula de mostoles, si no a la gente normal, lo que de verdad le interesa es comer bien. Y por supuesto que queda muy bien entre los amigos decir que llevas algo "de marca" (odio esa expresión) o cuando te invitan a una casa servir alguna monstruosidad de "cocina de fusión", pero lo que se come todo los días es un buen filete con patatas y lo que se viste es ropa de Zara. Podremos decir lo que queramos, podremos decir que no es Chic, Cool o todas las palabras extranjeras que se nos ocurran, pero es la realidad.
Al pan, pan y al vino, vino. Por que , aun y cuando nos guste la cocina y nos consideremos algo "Gourmet", al quedar con los amigos para tomar algo, un bocadillo de tortilla de patatas o de calamares en Sol te sabe a gloria.
Por que la ropa de Zara será lo que querais, pero está a la moda, sienta bien, y en españa hay armarios llenos de ropa de la misma.

No quiero quitarle importancia a nadie. La alta costura es genial y los mismo pasa con los buenos restaurantes. Pero hay que admitir, que no es ni comida ni ropa
de diario.

Cuando algo pierde su función principal, es que algo falla.

P.D. Para algún anonimo: Tambien sé hacer un blog solo con texto.

Tweed&Jeans


Je voudrais vous presenter une combinaison que j'aime bien. Je la trouve clasique mais sport au même temp.
Melanger une veste de tweed avec de jeans c'est pas trop compliqué; néanmoins, je la vois pas trop souvent. Quand on a besoin d'une veste on oublie la lanne.
Pour un jeune homme c'est pas necessaire porter aussi un pantalon en laine, c'est suffit avec les veste et les jeans.
C'est
curieux qu'en cherchant de photos, j'ai eu du mal a trouver du tweed chatain. On l'associe peut-être avec l'image de prof d'université americaine?
¡L'homme dois reconquérir le tweed! C'était pas Chanel qui l'a inventé....

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Con este post quería presentaros una combinacion muy de mi gusto. La considero clásica pero juvenil, sport, que se dice ahora.
La convinación de una chaqueta de tweed con unos vaqueros puede parecer sencilla; pero por alguna razón, no la suelo ver demasiado. Cuando hay necesidad de usar americana, parece ser que la gente se inclina más bien por una de otro tejido más fino y se olvidan de la lana.
No creo que haya necesidad de vestir de pies a cabeza de tweed, como se hacía y aun se hace en Reino Unido, aunque no lo descarto para alguna ocasión que lo requiera. Solo digo que una americana de tweed con unos vaqueros decentes puede sacar de más de un apuro.
Me ha llamado la atención que, buscando fotografías para el post, me ha costado mucho encontrar convinaciones de tweed marrón y vaqueros, todas era de tweed gris. Con lo bonito que queda un tweed marrón. ¿Será que lo relacionan con la imagen de profesor universitario con coderas de cuero? En cualquier caso lo encuentro una muy buena mezcla de tejidos y colores.
¡El hombre debe volver al tweed! Después de todo, no lo invento Chanel, aunque algunos así lo crean...
P.D. Reivindico el uso de la palabra "vaquero" sobre el anglicismo "jeans". Usar una palabra extranjera cuando ya existe una en castellano me resulta muy pedante. Justo apruebo la denominación "denim"


Tweed gris con camisa, corbata y un jersey de pico.
El clasicismo queda rebajado con el vaquero
The Sartorialist, no estoy seguro de que la americana sea de tweed,
pero os haceis a la idea. Sencilla camisa azul, corbata (siempre) y zapatillas.
Ya sean zapatillas o zapatos, al contario que el modelo, que sean del mismo color de la americana


Cambia la pajarita por la corbata. Si dicen que la corbata va a morir, la pajarita ni te cuento.
Combinación de colores perfecta. Tweed marrón claro, camisa blanca, vaqueros y zapato marrón.



Not always nice things

J'ai un marrant souvenir de quand j'avais 7 ans: je ne sais pas pourquoi mais mon pêre m'a parlé de Coco Chanel. J'aimerais bien savoir pourquoi un adulte parle de mademoiselle à un gosse.

Je me rappele seulement qu'il m'a dit que, mème quand elle était vielle, el se maquilla et se peignit les levres beacoup. Il a laissé bien claire que ça, n'était pas bien.

L'histoire m'est revenu après avoir lu une interview avec Beatrice D'orleans. Voici-le:

Moi, je trouvais mademoiselle pas belle, avec les levres rouges et ses lunettes énormes. Il faut considerer qu'à l'époque, elle n'était pas si connue, c'était avec le temp qu'elle est devenu un icône et ses dessins indispensables.

C'est pas vrai qu'on a tendance à porter aux nues nos héros et on oublie ses defauts?

Il faut penser que, un defaut exalte les qualités. Et defois, un defaut peut montre plus qu'une qualité. Sur tout en mode.


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Tengo un recuerdo curioso de cuando yo debia de tener unos 7 años: no se a santo de qué, mi padre me habló de Coco Chanel.
Me gustaría saber en qué estaba pensando para hablarle a un criajo de mademoiselle.
La cuestion es que, lo único que recuerdo es que me dijo que Coco chanel , hasta cuando ya era una anciana, se envadurnaba la cara de maquillaje y se pintaba los labios más de lo necesario. Dejó claro que eso era algo reprochable.

No había vuelto a pensar en ello hasta que el otro día abri un vogue españa en el que entrevistaban a beatriz d'orleans, y comentaba lo siguiente:

A mí, mademoiselle me parecía fea, con labios rojos y enormes gafas. Ten en cuenta que en esa época no era tan conocida, fue con el paso del tiempo cuando se volvió un icono y sus diseños se volvieron imprescindibles.

¿No es cierto que, a veces, tenemos tendencia a ensalzar tanto a nuestros heroes que olvidamos sus defectos?

Un defecto no es necesariamente malo, no hay virtudes sin ellos. Igual que no hay derechos sin obligaciones.

Hay que recordar siempre que en una persona, los defectos son los que realzan sus virtudes. Y que a veces, un defecto muestra más que una virtud. Especialmente en moda.

Chanel Y Zeffirelli II

Pasé todos los momentos libres con Chanel. Lo que le mantenía tan interesada en mí era la relación con Luchino. Siempre se esforzaba por averiguar cosas sobre él.

- Una nunca deja de ama a la gente que ha amado – dijo una vez con tristeza -. Aunque la traicionen a una, no es cierto que el verdadero amor se convierta en odio; se convierte en resentimiento, en cólera. Pero el amor que se ha tenido persiste por siempre, no por la otra persona... no, sino por una misma, por ese momento de la vida. Mo importa realmente quién es la otra persona; ese instante tiene una duración eterna.

De pronto interrumpió la línea de pensamiento triste y se puso a hacerme más preguntas sobre Luchino. No dijo por qué, aunque la razón resultaba evidente. Era altiva y recia, y tanto mejor así, dado el mal momento que estaba pasando. Recuerdo que cerca del final de mi estancia fui a la rue Cambom y la encontré en un estado de semilocura. Me llevó un tiempo conseguir que me dijese algo sensato, pero poco a poco se supo que la fuente de su furia era la historia de su perfume, el famoso Chanel Nº5. Se lo había vendido a una firma norteamericana por una suma muy importante, pero ahora resultaba que nunca había entendido el contrato. Se encontraba a punto de sacar otros dos perfumes: uno era Mademoiselle Chanel, el otro Número Trente-et-un, el número de su tienda de la rue Cambom. Ahora descubría que no podía usarlos: al vender sus derechos por el Chanel Nº5, se había comprometido a no crear ningún otro perfume que tuviese alguna relación con su nombre.

- Je suis folle – dijo -. Estuve loca cuando hice eso para esos norteamericanos, nada más que por dinero, por dólares. ¿Por qué lo hice? ¿Por qué? Y huélelo, huele. - Me puso un frasco bajo la nariz y era un perfume increíble, encantador. Todavía puedo olerlo. “Mademoiselle Chanel” era dulce y seco, como el lirio del valle. “Trente-et-un” era cálido y ardiente. Tenía cajones enteros de ellos, que ahora debía destruir. Le pregunté si podía darme uno de cada uno.

- Toma todos los que quieras – dijo, pero de pronto cambió de opinión-. No, por favor, la gente los probará y querrá comprarlos. Vendrán a buscar más, y en cada ocasión será como una puñalada en mi pecho. - Y entonces se puso muy suspicaz. - Es mejor que no – agregó -. Los perfumes como estos son tan memorables... No quiero despertar un día y descubrir que Mademoiselle Chanel se ha convertido en Mademoiselle Dior.

Pero yo me guardé en secreto un frasco de cada uno, pues los perfumes parecían demasiado buenos como para desperdiciarlos. El resto fue a parar literalmente a la alcantarilla.

Sin embargo, Coco estaba mezclada en otras cosas, aparte del perfume. Le interesaban las joyas, y fue una de las primeras en combinar piedras falsas con gemas verdaderas, para poner de moda las “joyas de vestir”. Louis Cartier creó algo parecido a la vuelta del siglo, usando juntas piedras preciosas y semipreciosas, pero nunca utilizó nada que no fuese por lo menos semiprecioso. Nadie se había atrevido hasta entonces a juntar una perla simulada con diamantes verdaderos, o zafiros falsos con otros de verdad, como hacía Chanel.

Cuando me hallaba con ella tenía que recordar que esta dama diminuta, delgada, había sido la amante de hombres poderosos, y la creadora de una forma totalmente nueva de vestirse. Era el centro de casi todo lo artístico de la vida francesa de este siglo, desde Diaghilev y el ballet hasta Picasso y la pintura, y hasta Cocteau y la poesía. Dado lo ocurrido desde entonces, resulta extraño recordar que en ese momento creía encontrarme en la cima de mi ambición. Lo pensaba porque trabajaba para Visconti y era patrocinado por Chanel. Y en verdad era algo poderoso que una persona de veintiséis años estuviese sentada en Fouquet, en los Champs-Elysées, con Coco Chanel.

Chanel Y Zeffirelli I

Últimamente parece que no hago más que hablar de Chanel. Este es un fragmento de la autobiografía del director italiano Franco Zeffirelli. Cuenta de un viaje que hizo a Paris siendo joven, donde, entre otras personas, conoció a Coco Chanel.
Siempre he pensado que me hubiera gustado haber vivido en Paris desde 1900 hasta 1960. Todo el mundo se relacionaba. Es gracioso ver como en cualquier biografía de artistas de la época, siempre salen los mismos personajes. Y no solo artistas, políticos también. Clemenceau, Churchill, Picasso, Stravinsky, Cocteau, Visconti.... y un largo ecetera.
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El segundo día de mi visita seria el más importante. Me dirigí al 31 de la rue Cambon, para ver a Coco Chanel. Cuando llegué, una de esas porteras francesas famosas por su grosería se digno a decirme que Mademoiselle Chanel no estaba ahí, que vivía en el Ritz. Cuando dije que iría a verla allá, el esperpento me preguntó si estaba loco. ¿Acaso imaginaba que recibiría a alguien a las once y media de la mañana? Entendí el mensaje y resolví esperar hasta la tarde. Para matar el tiempo, fui al Louvre, a ver la Mona Lisa, y me sentí totalmente deprimido ante lo pobremente que se exhibían “nuestros” cuadros.

Con esto pensamientos irritados rondándome por la cabeza volví al Ritz y llame a las habitaciones de la Chanel. Una voz de mujer respondió a la llamada, quiso saber quién era, y cuando resulto claro que mi francés estaba lejos de ser perfecto, se mostró menos amable aún.

- Tengo una carta para Madame Chanel – traté de explicar.

- ¿Madame?

- Sí.

- Creo que se refiere a Mademoiselle Chanel. Puede dejársela al portero.

- No puedo, es más bien especial.

- ¿Y de quién es esa carta especial?

Era una voz que podía aplastarlo a uno incluso por teléfono.

- De Luchino Visconti – expliqué.

Hubo un silencio mortal de una mano sobre la bocina, y luego, al cabo de una pausa, la voz se escuchó de nuevo.

- Puede subir.

Así conocí a Maggie Van Zuylen, la gran amiga de Chanel y una mujer de inmenso encanto carácter divertido... sí, divertido. Cuando entre en las habitaciones exteriores, ella, de pie, injuriaba, con el vocabulario de una ramera, a alguien, a través de otra puerta.

- Pedazo de Va – gritaba -. No me asustas, putita.

De pronto apareció Chanel, en el vano de la puerta , tal como me la había imaginado, con unode sus trajes de sastre, con sombrero y perlas, pero blandiendo, inesperadamente, una fusta de montar e imitando a su amiga, palabra por palabra, en sus groserías verbales.

- Puta, ramera, vaca... - Las palabras volaban de un lado a otro, hasta que de pronto las dos cayeron en un acceso de risas, y me di cuenta de que todo aquello había sido un juego loco. Cerré rápidamente mi boca abierta y traté de no parecer el provinciano que llegaba a la ciudad.

Chanel hizo caso omiso del incidente, se acercó a mí y tendió la mano para pedir la carta.

- ¿Así que usted es el amiguito de Luchino?

- Su colaborador – dije -, su ayudante.

Enarcó una ceja.

- Léamela – dijo.

De manera que leí el mensaje de Luchino, que le pedía que me ayudase, y decía que me ayudase, y decía que en cuanto yo hubiese preparado todo, él viajaría.

- No vendrá – dijo-. Es tan mentiroso.

Entonces le susurró algo a Maggie, y las dos volvieron a lanzarse palabrotas, y a gritar. Retrocedí, un tanto asustado por ese nuevo estallido.

- ¿Dónde se aloja? - Preguntó durante una pausa en la discusión -. Vaya a su hotel. Yo me comunicaré.

Maggie me acompañó hasta la puerta.

- No se preocupe – dijo, amable -. Ella hará lo que pueda, lo sé.

Salí del Ritz, muy confundido, y regresé lentamente a Saint Germain, demorándome para contemplar el espectáculo. Llegué a mi hotel tres horas más tarde.

Había correspondencia. No pude creerlo. Chanel había enviado un mensaje con cartas escritas a mano para algunas personas fundamentales. Tenia una intuición muy fina en cuanto a quiénes eran las personas que convenía que conociera. […] También había una nota para mí: “Vuelva a verme cuando quiera. Me agradaría hablar de nuevo con usted”

[…]

- Necesito un poco de aire – dijo Chanel cuando fui a visitarla. De modo que salimos a caminar. Sólo más tarde descubrí cuán bondadoso era ese gesto, de su parte. Todavía se encontraba en dificultades a causa de sus relaciones, durante la guerra, con un oficial alemán, y por lo general prefería eludir los lugares públicos, donde podía ser objeto de un desaire. Hacía poco había sido perdonada por el gobierno, pero su carrera estaba arruinada y no podía trabajar. Mientras caminábamos, un par de muchachas aparecieron delante de nosotros, ataviadas a la última moda... el “new look” de Dior, con una falda voluminosa, ceñida a la cintura, tacones precarios, sombrero de alas anchas, caídas y un bolso minúsculo. Es probable que todo el conjunto fuese el menos práctico que se hubiese creado, pero estaba muy, muy de moda. Eso era lo que había remplazado la sencilla elegancia de Chanel, y que esas dos criaturas se contoneasen delante de nosotros fue como un trapo rojo para un toro.

- Mírelas – chirrió Chanel con una voz que llegaba hasta el otro extremo del bulevar -. Estúpidas, vestidas por maricas que viven sus fantasías. Sueñan que son mujeres, de modo que hacen que las mujeres de verdad parezcan travestis.

Para entonces, las dos jóvenes trataban, sin éxito, de alejarse de la que deben de haber pensado que era una lunática que las seguía.

- ¿No ve? - chilló de nuevo Chanel, con su poderosa voz -. Apenas pueden camina. YO hice ropa para la mujer nueva. Con mi ropa, ésta puede moverse y vivir con naturalidad. Y ahora mire lo que han hecho esas criaturas. ¡No conocen a las mujeres, nunca han tenido una mujer!

Presuntamente sorprendida en su equilibrio por esta tirada, una de las jóvenes dejó caer su diminuto bolso. Se detuvo y trató de inclinarse para recogerlo: tarea imposible., dada la altura de de los tacones, la amplitud del vestido y lo ceñido de su cintura de avispa, típico, todo ello, del estilo. Estuve a punto de precipitarme a ayudarla, cuando la mano de Chanel me contuvo. Con una tremenda expresión de triunfo, tomó el bolso y se lo entregó a la aterrorizada joven.

- Et voilà – dijo, y se echó a reír sin poder contenerse.

Las jóvenes huyeron, y yo me enorgullecí de la conducta de Chanel. Me di cuenta de que planeaba su venganza, y de que no se dejaría relegar al pasado, como planeaban sus rivales.