Agatha Christie - La muerte de Lord Edgware
- Sí – dijo -, ya lo comprendo. Creo que tiene usted razón
al suponer que fue Carlota quien se presentó en casa de lord Edgware. Y lo creo
porque ayer estuvo en mi tienda para comprarse un nuevo sombrero.
- ¿Un nuevo sombrero?
- Sí, me dijo que quería un sombrero que le tapase el lado izquierdo de la
cara.
Debo dar ahora algunas explicaciones referentes a los sombreros; el cloche, que ocultaba el rostro tan por
completo, que le era a uno difícil reconocer a una amiga; otro de los modelos
en boga, era uno que se colocaba en equilibrio, inverosímilmente ladeado; se
usaba también la boina, entre varios más, “June”, el sombrero que hacía furor,
era algo así como un plato sopero invertido. Aquel sombrero, llamémosle así,
puede decirse que iba colgado de una oreja, dejando uno de los lados del rostro
completamente descubierto.
- Esos sombreros se llevan corrientemente al lado derecho, ¿verdad? – preguntó
Poirot.
La sombrerera asintió.
- Sin embargo – añadió -. Hacemos algunos para llevarlos al izquierdo, pues hay
quien prefiere más el perfil izquierdo que el derecho, o que se peina siempre
de la misma manera. Ahora bien, para que Carlota desease que ese lado de la
cara quedase cubierto, tendría sus razones.