La mujer perfecta según Jane Austen

Elegant Woman Mona Lisa


Orgullo y Prejuicio - Jane Austen

- No se puede decir que alguien sea de verdad brillante si no sobrepasa con mucho a lo que encontramos de ordinario. Una mujer ha de tener un conocimiento completo de la música, del canto, del dibujo, del baile y de los idiomas modernos para merecer ese calificativo; y junto a todo eso, ha de poseer un algo indefinible en el semblante y en la manera de andar; así como en el tono de voz, la elocución y la manera de expresarse, porque, de lo contrario, sólo merecerá a medias ese elogio. 

- Ha de poseer todo eso, y aún algo más sustancial, mediante el perfeccionamiento de su inteligencia gracias a unas lecturas muy extensas. 

- Ya no me sorprende que sólo conozca usted a seis mujeres con tan grandes perfecciones. Más bien me maravilla que conozca usted alguna.

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¿Y quién conoce a una mujer con todas éstas virtudes? Por desgracia, aquellos que poseen las virtudes que nosotros apreciamos, cultivan también otros defectos que detestamos. 
Si bien no le falta razón a Mister Darcy, pues, todas las virtudes exteriores pierden su fureza cuando su poseedora en cuestión abre la boca. 
Y hay tan pocas que al hacerlo, hacen que el resto parezca trivial....

¿La belleza está en el interior?


Roal Dahl


La belleza, lo atractivo proviene tanto del interior como del exterior. No se trata de ninguna moraleja Disney, sencillamente es así. cuando una persona es amable, considerada, cuando nos cae bien, muchas veces dulcificamos su aspecto a nuestros ojos. De ahí que nuestros amigos siempre nos parezcan más guapos de lo que son y que de aquella gente desagradable que nos cae mal digamos: pues no es tan guapo. 

En la novela La magia más poderosa (spoiler, se trata de la inteligencia), la madrastra de Blancanieves pregunta por qué todos la prefieren a ella. Y el protagonista le responde que si bien es cierto que ella, la reina, es la más hermosa del reino, por su dureza y maldad se muestra menos atractiva, mientras que Blancanieves, con su simpatía y dulzura, se gana el corazón de todos aquellos a su alrededor. 

La moda en provincias de Poirot

Lauren Bacall Black&White
Lauren Bacall

Primeros casos de Poirot - Agatha Christie.

Por regla general personas de toda especie acuden a consultar a Poirot, pero, en mi  opinión, la mujer que se detuvo, nerviosa, junto a la puerta manoseando el boa de plumas, era de las más vulgares. Representaba unos cincuenta años, era delgada, de rostro marchito, vestía un traje sastre y sobre los cabellos grises se había puesto un sombrero que la favorecía poquísimo. En una capital de provincia pasamos todos los días por delante de muchas mistress Pengelley.


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Siento discrepar con el querido Hastings, pero según mi humilde experiencia, las mujeres de provincia visten bastante bien. Probablemente debido al qué dirán  saben llevar las prendas, las modas de una forma más contenida, lo cual es siempre, una decisión muy acertada. 



Tres adjetivos para vestir bien

Portrait of Madame X - John Singer




El expediente Canaima -  Reyes Calderón

MacHor había seguido la norma de los tres adjetivos (discreto, corto y oscuro) que se imponía cuando acudía a un acto social en el que desconocía la costumbre imperante. Llevaba un traje negro de gasa convenientemente entallado y un chal de seda a juego. Se había recogido el pelo en un moño alto. Creía, con acierto, que el negro resaltaba sus rasgos pelirrojos. Pero sobre todo era socorrido.

Todo el mundo debería tener una especie de "botiquín de armario" con algunas prendas que le hagan estar medianamente aceptable en algún evento en el que no sabes como aparecer. 

Un pequeño lujo semanal I




Me comentaba el otro día con un amigo como hoy en día le parece vergonzoso que haya  gente que viva en el lujo y la ostentación.
En ese momento no pude sino interrumpirle. Y es que en el mundo de Alphonse Doré et Noir la ostentación no tiene nada que ver con el lujo, recordad eso de My kingdom, my rules. El lujo es personal, intimo, individual o casi (dos son compañía, tres son multitud), la ostentación es pública, externa, disfrutando más del hecho en sí que de la causa.
Hay quien cree que el lujo son diamantes, mármoles y viajes en jet privado. Pero esa idea del lujo ostentoso (y ostensible) no es más que la consecuencia de esa panda de arribistas parvenus que empezaron a surgir en los años 80 y 90, que no disfrutaban de sus lujos si no había nadie que les envidiara, aquellos que competían por el coche más caro, las joyas más grandes, el viaje más exótico.
El lujo se forma con pequeños detalles sin importancia y no necesariamente caros. De ahí esta nueva sección.

El lujo es disfrutar de un ramo de flores frescas en ese antiguo jarrón de cristal de la abuela.

Para mí, no hay nada que me inspire más confianza en un hotel o un establecimiento de gama alta que el hecho de disponer de flores frescas. En mi opinión demuestra un interés por las cosas realmente importantes.

En la película Princesa por sorpresa, de Garry Marshal (director de Pretty Woman) preguntó a Julie Andrews, quién interpreta a la Reina Clarisse Renaldi, qué detalle le gustaría añadir a la película para definir su  personaje, y ella sin dudarle respondió que flores frescas.

Otra “Clarisse” a la que le chiflan las flores es a Clarisa, de Las horas. A fin de cuentas; La señora Daloway dijo que compraría las flores ella misma.


La camiseta blanca de Marlon Brando



Esta imagen podría ser perfectamente un anuncio de perfume


Si hay una prenda que se pueda considerar como un clásico del armario de un hombre es la camiseta blanca. Yo personalmente sólo tengo una y prefiero las negras, grises o azules. 
Si hay alguien que nos enseñó a llevarla fue Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo, aunque claro, no todos somos como Marlon, de hecho, pocos saben ponérsela como Stanley Kowalski

La más clásica dentro de las clásicas es la de cuello redondo con mangas. Cuidado con la talla; hay una linea muy fina entre "entallado" y "marcando barriga". Con una sudadera, con camisa abierta y un par de tallas más grandes en rollo hipster. Cuesta hacerlo mal. 

Cuando el cuello es en pico, sólo un consejo: que tu escote no sea mayor que el de la mujer que te acompaña. Y aunque los hombres lobos esten de moda, lo siento, no es momento de ir en plan pecholobo. Alcide (vease abajo) puede hacerlo, pero claro, el es un hombre lobo de verdad.

Con una camiseta de tirantes deberían salirte unos avisos en neón diciendo ¡Peligro!. Salvo que la lleves como ropa interior, corres el riesgo de que a) confundan tu sexualidad o b)te pidan una bombona de butano. 



Marlon se atreve con todo, hasta con los tirantes


Y voici Alcide, de True Blood. 

Los zapatos de Sisi y la microeconomía

Zapatos de tacon

Elisabeth, emperatriz de Austria-Hungría


Espero, no obstante, que los vestidos me sienten bien; son tantos que han de durarme, según creo, mucho tiempo: diecisiete de gala y ceremonia, cuatro de baile, catorce de seda para el frío y diecinueve de verano… Y los miriñaques, los corsés, las camisas, las medias, las enaguas, los calzones, los peinadores, los guantes, los sombreros, los tocados, las sombrillas… Y los zapatos. ¡Ah los zapatos! Debe de haber por lo menos treinta pares, aunque me temo que servirán para poco, pues me han dicho que sólo puedo llevarlos una vez. Luego, habré de regalárselos a las doncellas. ¡Qué estúpida costumbre!

Reconozco que en un principio esta costumbre de regalar los zapatos me pareció una estupidez pero ruego recordé una clase de microeconomía en la cual nos explicaron el denominado Efecto multiplicador, por el cual cualquier dinero que el gobierno ponga en movimiento multiplica el flujo de capital.

Por lo que (simplificado muchísimo) si Sisi pago 100 coronas por un par de zapatos, el zapatero guardaría digamos 20 coronas y con el resto pagaría al proveedor de cueros, quién a su vez, de esas 80 coronas, usaría 60 para saldar cuentas. 
En resumen: 80+60=140 lo que hace que aunque sólo sean 100 coronas, su efecto sea el de 140.
En realidad existe una ecuación que lo explica mejor, si a alguien le interesa saber más sobre el efecto multiplicador que no dude en preguntarme. 

Napoleón también sabía algo de economía.