Sin pasarnos


Me gusta la moda, los trapitos, las tendencias y las colecciones. Tocar los tejidos, leer en una prenda mucho más que su color y su tejido. Y aún y así... no es algo de lo que me guste estar hablando todo el día. Como cualquier otro tema, al final acaba aburriendo.

Me gusta despertar por la mañana, y antes de levantarme, repasar mentalmente todo mi armario para decidir qué ponerme. Considerar a dónde tengo que ir o que imagen quiero transmitir. Incluso enfadarme por “no tengo qué ponerme”.

Me gusta que la gente me pregunte si mis pantalones son nuevos o que me digan que tengo un estilo muy personal (esto puede ser tanto un cumplido como un insulto), destacar por bien, que pasar desapercibido por mal.

Me gusta fijarme en lo que lleva la gente, y deducir el por qué de esa elección. El descubrir que si hacemos uso de “las células grises” podemos saber con bastante exactitud cómo es una persona e incluso de que barrio es.

Y sin embargo, no me gusta hablar constantemente de ropa. En su mayor parte porque la gente no tiene mucha idea, pero sobre todo, porque prefiero hablar de libros (que no han leído) o películas (que no han visto) o de lo que sea.

Y ¿sabéis por qué también? Porque es reconfortante tener un “guilty pleasure” , una doble vida en internet. Voltaire decía que debemos cultivar nuestro jardín, como medio para mejorar el mundo. Bueno, yo prefiero hacerlo por aquí.

La misma vida


¡Esto es vivir, y no lo que hacemos en los Estados Unidos!
Mister Satterthwaite le dirigio una profunda mirada.
- La vida es, con contadas diferencias, la misma en todas partes - dijo con expresión de hastío -. Se viste de diferente manera, eso es todo.

El enigmático Mr. Quin. Agatha Christie

Café y bocadillos en el Palace


Cuando en el Palace de Madrid te encuentras con un Starbucks y un Vips, significa que realmente el mundo está cambiando. Una vez más, cuando los sitios, personas y eventos pierden ese halo de misterio, pierden todo el interés.

De viajes y maletas





Me voy a Madrid.

A no hacer nada. A pasearme por el jardín botánico. A comprar libros usados en la Cuesta de Mollano. A almorzar en lugar de comer, con amigos, como los personajes de Terenci Moix. A inventarme mi vida para los taxistas. A despreciar los gin-tonics con pepino. A ver Los miserables.

Y en lo único que puedo pensar es en la maleta. ¿Cómo puede ser que me lleve lo mismo para 2 días que para una semana? Francamente, hay cosas que ni yo entiendo.

Siempre intento recordar la premisa de que, el viajero ataviado con excesivo cuidado trasluce menos interés en ver que en ser visto, mientras que el verdadero viajero sabe que el mundo a su alrededor es su mejor accesorio.

De sentirse bien vestidos con poco


Mientras estaba adelgazando, Billy y la condesa hicieron una expedición a Hermès, donde Billy compró dos cinturones, uno ancho para sujetar el abrigo y el otro estrecho, para ceñir los jerseys. Compró también su primer pañuelo de Hermès. Lilianne le había explicado que, con una falda bien cortada, un buen par de zapatos, un jersey decente y el indispensable pañuelo de Hermès, cualquier francesa se siente tan bien vestida como la reina de Inglaterra, la reina de Bélgica o la condesa de París, esposa del pretendiente al trono de Francia, pues así es como visten estas damas en la vida privada.

Scruples. Judith Krantz

De uniformes escolares

Siempre me han gustado los uniformes para los colegios. Recuerdo que cuando era pequeño todos llevábamos, y podías saber a que colegio iba cada niño por su uniforme. Ese va al alemán, ese al inglés y esa al del Opus.


Yo defiendo el uso del uniforme en los colegios. Es una de las cosas más prácticas que existen. Con dos pantalones, dos jerseys y dos camisas tienes al niño vestido. Y cuando van creciendo no tienen que preocuparse de si fulanita lleva esos pantalones o menganito unos pantalones de la marca X.


Pero ¿Cómo se ven los uniformes en los distintos países? En Reino Unido e Irlanda son de lo más común. De hecho, hay muy pocos colegios (publicos o privados) que no tengan. Recuerdo estando una vez en Dublín a principios de septiembre ver como todos los niños salían de clase con sus uniformes, cada uno distinto según el colegio. Muy bonito. Es ligeramente diferente al que se ve aquí, o al menos a los que he visto yo. Ahí desde pequeños les hacen llevar americana y corbata. Aquí somos bastante más... “informales”.


En Estados Unidos solo los colegios privados utilizan uniforme. Como tampoco son muy comunes, no se ven a muchos niños con uniforme.


En Japón por ejemplo, utilizan un modelo muy europeo, ya que cuando se instauró el modelo actual de educación en 1870, se fijaron en Alemania, Francia y Reino Unido.
Cuando llegan a secundaria, las chicas llevan el Sailor Fuku, que se trata de un uniforme basado en el uniforme de la Marina Real Británica. El Gakuran es su variante masculina, está inspirado en el del ejercito Prusiano del siglo XIX. Se trata de una casaca negra con botones, y pantalones del mismo color.

La ropa interior

Ropa interior Star WarsLiteratura, adulterio y una visa platino. Carmen Posadas.

Vestirse [... ] no hay nada mejor., con mucho tiempo para pensar y probarse ésta prenda o aquella otra con el espejo por cómplice y la soledad por alcahueta. Y ella, la soledad, es siempre la mejor consejera: “No, no, nada de ropa interior procaz”, dice, “es cierto que a los hombres les fascinan los rojos estrepitosos y los negros putanescos. Pero seamos astutas, querida mía: en una primera cita no conviene nada aparecer como Jean Harlow con sus rasos y mucho menos emular a Jane Mansfield con sus ligueros. No, no, es mucho mejor ponerse algo discretamente sexy, como si no hubiéramos previsto que acabaríamos en la cama. De este modo, el secreto lenguaje de la ropa interior dará a entender: “Oh, qué maravilla, amor, no me esperaba que ocurriera esto”. Porque así hablan por nosotras ciertas prendas muy bien escogidas, prendas inocentes y taimadas, ¿cómo decirlo?, tan Lolitas ellas.



Cuando uno empieza a pensar que ropa interior llevar... no es solo para sí mismo.