El lujo al alcance de la mano





¿Está el lujo realmente tan alejado de las posibilidades de una persona normal? No necesariamente. Como con la mayoría de las cosas en esta vida depende de lo que uno este dispuesto a sacrificar.



Primero me gustaría diferenciar entre dos tipos de lujo: el duradero y el efímero. El primero sería todo aquello que perdura, algo material. Mientras que el segundo son más bien, los momentos; el poder acceder a algún lugar exclusivo o tomar champagne en un zapato, emulando a la Mistinguett.



Es el duradero el que más me interesa. Supongo que soy un poco como Charles Foster Kane, si pudiera tendría mi propio Xanadu. A lo que me refiero es que estoy seguro que todos habéis querido siempre poseer algo. Unos zapatos de Louboutin, un bolso 2.55 o una lámpara de Philippe Starck. Lo que sea. Por supuesto que son caras, pero no son inalcanzables.



Ante todo hay que decidirse por algo. Hay que concretar. Cuanto más general sea la idea, menos claro tendremos el objetivo. Al mismo tiempo, hay que ser realista. De nada sirve proponerse comprar un Monet. Pongamos por ejemplo que queremos este pañuelo de Hermès, 420€. No vamos a gastarnos medio sueldo de un mes en un segundo. No todas las economías pueden permitírselo.




Segundo. Hay que ahorrar. Parece fácil pero no lo es. Eso si, con ciertas técnicas resulta más sencillo y gratificante. Primero nos enteraremos del precio. Puede parecer una estupidez, pero conocer el precio aproximado de algo nos permite conocer mejor cómo van nuestras economías.



Otro buen consejo para ahorrar consiste en hacerlo en metálico. Al guardarlo en una cuenta no somos tan conscientes y por lo tanto la satisfacción y el aliciente son menores. Por ejemplo, yo de pequeño guardaba mis ahorros en una cajita de té tal que ésta.



¿Cómo ahorrar? Quitándose gastos menores, sin prisa. ¿Podemos prescindir de esa camiseta de Zara? Pues 12 euros a la caja. ¿Un billete de 5 euros en un bolsillo del pantalón? A la caja. ¿Dejamos de salir un noche? Pues la cantidad que hubiéramos podido gastar va a la caja. Por eso es tan importante tener claro lo que se desea, así no nos costará tanto sacrificarnos.



Y al final, cuando crucemos las puertas de la elegante tienda que hayamos elegido, la satisfacción será mayor. Y el sacrificio habrá merecido la pena, por que sabremos que nos hemos ganado a pulso nuestro pequeño lujo.



Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes. Yoda

El cepillado de Hollywood

Soy nostálgico. Para bien o para mal. Afortunadamente es un sentimiento que me agrada. Casi siempre. Soy de los que opinan que cualquier tiempo fue mejor.

Cómo la época dorada de Hollywood. Época de elegancia y glamour. Por lo menos desde fuera. Una época en que los hombres eran hombres, fuera cual fuera su sexualidad (Cary Grant o Rock Hudson, por citar algunos) y las mujeres eran atrevidas y encantadoras al mismo tiempo.

Yo siempre he tenido una batalla con mi pelo, aunque supongo que todos la tenemos. El moreno quiere ser rubio, el rizado liso, y viceversa. Por eso siempre me gustaba como llevaban el pelo los actores de esa época. Recuerdo que era un efecto que yo nunca conseguía con la gomina. Tan sedoso y brillante, pero sin ser grasiento.

Hace ya tiempo, leía un articulo en el GQ americano, en la sección de Scott Schuman, en la que revelaba el secreto. Parece ser que el truco está en cepillarse el pelo con un cepillo de Acca Kappa (ni idea del material que es) Según decía, tenía que ver con el poco espacio que había entre las púas, el cual permite que la luz se refleje de otra manera. No sé si será cierto del todo, pero no me importaría probarlo.

Si es cierto que funciona, me compraría uno ahora mismo. Recuerdo a alguien decir que nuestras abuelas siempre parecían actrices de cine en las fotos antiguas, pues yo confieso que a mi me encantaría parecer un actor antiguo en mis fotos. No basta con las Rayban chicos.

Más información, aquí.


La collares

A doña Carmen Polo de Franco, esposa del dictador, le gustaban las joyas más que a un tonto un boligrafo. Fue esta afición suya la que le valió el sobrenombre de "La collares".

Cuando salía de compras, arrasaba, y los comerciantes temblaban. Especialmente los joyeros. Solía coger las piezas más caras y al marcharse decía que le mandaran la factura al Palacio del Pardo. Sabiendo por supuesto, que nadie tendría el valor de hacerlo.

Muchas veces, cuando los joyeros se enteraban de la visita de "La collares" a la ciudad, optaban por esconder las mejores piezas, e incluso por cerrar la tienda. Finalmente se creo una asociación de joyeros para sufragar las perdidas que causaba la señora, pagando entre todos las joyas que "compraba" en cada tienda.

Vestido de combate


La moda y la política. Nada más viejo. Políticos que aparecen sin corbata, para dar una idea juvenil. Mujeres sin tacones, y pañuelos bohemios para pretender ser, lo que no es. Moda, a fín de cuentas.

Pero repito que esto no es nada nuevo. La Reina Madre fue una experta en el tema. Hay quien la considera cursi, pero olvidamos, que ella en ningún momento pretendió ser chic ni sexy (dos adjetivos que la gente atribuía a Wallis Simpson. Sufienciete razon para odiarlos).

Sus visitas a poblaciones bombardeadas de toda Inglaterra dotaron a la monarquía de un rostro compasivo. Antes de ello Isabel se aseguró de ir bien vestida consultando a su modisto, Norman Hartnell. No estaba dispuesta a ponerse algo tan masculino como un uniforme militar, ni a presentarse como una figura regia e imponente. Después de muchas discusiones, decidió no volver a llevar nada negro – color de luto – ni rojo, color demasiado festivo para tiempos de guerra. Según escribiría más tarde, Hartnell diseñó una serie de “vestidos de combate” con “los colores pastel más suaves, rosa, azul y lila porque la reina quería dar la más reconfortante, alentadora y cordial de las impresiones”
Siempre caminaba entre las ruinas con el sombrero y las joyas puestas.

Cuando le preguntaban si era adecuado ponerse sus mejores galas para visitar lugares asolados por las bombas, Isabel sonreía. ¡Pues claro! Ellos también lo harían si vinieran a verme.

Let's promote grey

APRIL 14, 1969
(No subject)

Let's promote grey.

For everything.

At the present moment how much grey have we got?

Diana Vreeland

Y es que los memorandum de Diana Vreeland a veces son casi como Haikus


Paulina y Josefina

Y seguimos con Napoleón y su entorno.


Con ocasión de la boda de Paulina Bonaparte, hermana de Napoleón, con un príncipe italiano, su cuñada Josefina decidió organizar una fiesta en honor de la pareja.
Si bien es cierto que estas dos mujeres no eran precisamente amigas, tampoco se puede decir que fueran enemigas. Podría decirse que eran más bien rivales.


Para la fiesta, Paulina decidió vestirse de verde, con un gran escote y todas las joyas que acaba de recibir de la familia de su marido. Joyas en la cabeza, en forma de corona. En el cuello, como collar. En los brazos, a modo de pulseras. E incluso en los dedos enguantados, cubiertos de anillos.
Era su forma de humillar a Josefina en sus dos puntos débiles: su edad (era mayor que Napoleón) y su falta de ascendencia noble.


Pero Paulina, como suele ser costumbre en la juventud, infravaloró a Josefina. Esta, al enterarse de los planes de su cuñada decidió responder. Pero no podía hacerlo con las mismas armas. Si usaba un escote generoso, produciría más risa que admiración. Y aunque comprara tantas joyas, no tendrían la antigüedad de las de Paulina.
Al final, dio con una solución más sencilla y barata.


La noche de la fiesta, Paulina llego engalanada y preciosa, pero cual fue su sorpresa al descubrir la trampa de su cuñada:
Había mandado forrar los muros del salón con una tela de seda azul que anulaba completamente el efecto del verde. El maravilloso terciopelo quedaba completamente apagado, las joyas parecían desproporcionadas y Paulina, una triste lavandera que pretendía destacar.
Por el contrario, Josefina había optado por una sencilla túnica blanca al estilo griego y dos camafeos como único adorno.


Paulina partió furiosa para Italia. Y es que la juventud es algo que todos tenemos, mientras que la madurez, no siempre está al alcance de todos.



O como dice el refranero español: Que más sabe el diablo por viejo, que por diablo.

La industria textil francesa y Napoleon


Con la Revolución francesa, a parte de la monarquía también cayó la industria textil francesa. Cuando Napoleón subió al poder, entre otras cosas, reinstauró las maneras del antiguo régimen.

Hay quien dice que eran sus ansias de poder y reconocimiento, pero Napoleón y Josefina, que serían muchas cosas pero sobre todo, inteligentes, conocían la importancia de promover la industria nacional, deprimida después de años de revolución.
Con la pompa que crearon a su alrededor, en las Tullerias, en La Malmaison y con el estilo emperatriz de Josefina, los Bonaparte consiguieron una de las cosas más importantes de la economía de un país.Por que si el ladrillo da dinero, las telas pueden dar aún más. Y si no que le pregunten a Sarkozy. Otros países bien podrían tomar ejemplo.