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Diana Vreeland: The eye has to travel


Descubrí recorriendo la página de trailers de Apple que van a sacar un documental sobre la gran y única Diana Vreeland, con un título tan sugerente como The eye has to travel, o el ojo quiere viajar.

¿Qué se puede decir de esta gran mujer que no se haya dicho ya? Como de costumbre con éstas cosas, tendré que esperar a que lo emitan en Canal+, aunque como diría Maggie Smith: Never mistake a wish for a certainty.

Diana Vreeland - Principios de siglo en Paris III

 
¿Sabes quién conocía realmente bien a estas extraordinarias mujeres? ¿Conoces Maxim’s? Pues a medida que te 
acercas verás un portero. Ahí está el jefe de los chasseur, o solía estar. Un chasseur era un corredor. Era a quien pedias que fuera a la calle y te comprara 3 copias del Paris-Soir o lo que fuera (siempre había corredores) y te lo llevaban a la mesa.
Varios años después de la segunda guerra mundial, un chasseur importante de Maxim’s, un hombre ya muy mayor,  ofreció su cahier sobre las demimondaines de la Belle Epoque a Harper’s Bazaar. No me preguntes como llego a nuestro poder, pero Harper’s tenía mucho renombre en Paris por aquellos días. Además, Carmel Snow, la editora era toda una personalidad en Paris; todo el mundo conocía a la chiflada y brillante irlandesa. Sobria o bebida, la adoraban. Siempre maravillosamente vestida. Y a menudo muy borracha, no digo achispada. Decía unas cosas absolutamente brillantes, pero era incapaz de levantarse y andar.

Pero ese no es el tema. El tema es aquel cahier que Carmel me pasó. Hice que lo tradujeran y lo publiqué en Harper’s Bazaar. Y ni una sola persona de la revista ni ningún lector, menciono el extraordinario documento social que era.

No era más que un pequeño cuaderno con apariencia de gastado. Ya sabes lo ahorradores que son los franceses con el papel. Tu y yo dejaríamos la primera pagina del cuaderno en blanco y empezaríamos en el lado derecho. Este chasseur era un autentico francés: había empezado en la página de la izquierda, tan arriba que no quedaba nada de papel por encima de la primera línea. En el cuaderno había una lista de todas las mujeres disponibles de Paris, con sus descripciones. Cosas como: tiene un lunar a la izquierda de la cadera y "pas tout à fait de premier ordre” y “ Nacida en Chaillot” y un largo etcétera. Ese hombrecillo, imagínatelo: era la única persona en el mundo que sabía que había una chica con un lunar en la cadera, cosa que le encantaba a Duque de No sé cuantos pero que desde que murió, no era assez connue, y por lo tanto supondría un mayor precio. Quiero decir que esto era algo fantástico. No podía habérselo inventado, porque como todo el mundo sabe, la realidad supera a la ficción.

Diana Vreeland - Principios de siglo en Paris II

Las siluetas era completamente nuevas. Casi de la noche a la mañana, las siluetas embutidas y encorsetadas de la época Victoriana desaparecieron.  Poiret era el diseñador de este cambio de moda, de “La belle epoque” con sus preciosas mujeres con grandes ojos y duros corsés. Las mujeres ahora tenían cintura y pechos y supongo que también tendrían estomago y todo lo demás. Pero Poiret lo cambió todo. El corsé desapareció. En lugar de curvas había una línea recta. Parecía que todo el mundo se había estilizado de la cabeza a los pies. La naturalidad de los cuerpos las mujeres era lo realmente nuevo. Pero a veces sus faldas eran tan estrechas que apenas podían andar. Aún las recuerdo balancearse con sus enormes sombreros adornados con pájaros exóticos, escarapelas y airones, caminando por el Bois con pequeños pasos remilgados ...
¡Sus zapatos eran tan bonitos! Los niños por supuesto, se fijan muchísimo en los zapatos. Están más cerca de ellos. Recuerdo los zapatos de hebilla del estilo del siglo XVIII, mejor tallados que un diamante. Me encantan los adornos en los zapatos. A mi modo de ver, es como los zapatos deben ser.

Diana Vreeland - Principios de siglo en Paris I

Fui criada en un mundo de “grandes bellezas”, un mundo en el que las personas con buena apariencia tenían que algo que aportar al mundo. Un mundo en el que las cocottes, las mujeres del demimonde eran los grandes personajes de Paris. Eran las mejores anfitrionas, las mejores amas de casa, grandes mujeres enfundadas en vestidos glamurosos. 

Vivían en su propio “medio-mundo” y ese “medio-mundo” era muy importante. Y el Bois era donde se paseaban cada mañana. Éste era el secreto de belleza de las demimondaines. Respiraban el aire de la mañana. Ahí estaban cada mañana a las ocho y media. Luego volvían a casa para descansar, a darse un masaje, y a decidir el menú de la noche para los caballeros que las visitaban. En esa época, uno se iba a la cama mucho más temprano ¿sabes? ... Las cenas a medianoches a las que vamos ahora son de locos. Por lo que las demimondaines eran toda una belleza.

Por supuesto, siempre me ha encantado la ropa. Alguien que nace en Paris no deja de pensar en ropa ni por un minuto. ¡Y que ropas se veían en el Bois! Ahora me doy cuenta de que vi el inicio de nuestro siglo ahí. Todo era nuevo.

Naturalmente, mucho era por influencia de Diaghilev. El gusto, la extravagancia, el allure, la excitación, la pasión, la ruptura, el choque, el estrépito... Su influencia en Paris era total. La época anterior, la Eduardiana había sido fuerte y rígida. Me quedaría en Paris hasta que algo pasara.  Bueno, algo vino y lo barrió todo, incluyendo la moda, porque la moda forma parte de la sociedad y de la vida.


¡Qué colores! Antes de esto, el rojo nunca había sido rojo y el violeta nunca había sido violeta. Siempre habían sido ligeramente más... oscuros. Pero los vestidos de estas mujeres en el Bois eran de colores tan afilados como el filo de un cuchillo.: rojo rojo, violeta violento, naranja (cuando digo “naranja” me refiero a un naranja rojizo, no amarillo), verde jade y azul cobalto. Y las telas: las sedas, el satén, los brocados, cosidos con perlas desiguales, cosidos en plata y oro, y adornados con pieles y encajes. Eran de un splendeur oriental. Desde entonces, nunca ha habido tanto lujo, las mujeres lucían ricas.


D.V. Chapter 2

Let's promote grey

APRIL 14, 1969
(No subject)

Let's promote grey.

For everything.

At the present moment how much grey have we got?

Diana Vreeland

Y es que los memorandum de Diana Vreeland a veces son casi como Haikus


Balenciaga & Getaria


Balenciaga had the most wonderful sense of colour - his tête de nègre, his café au lait, his violets, his magentas and his mauves. Every summer I'd take his same four pairs of slacks and his same four pullovers to Southampton with me. Then... one year I went down to Biarritz. I laid out exactly the same four pairs of slacks, exactly the same four pullovers... and I'd never seen them before! It's the light of course - the intensifying light of the Basque country. There's never been such a light. That was Balenciaga's country.

Diana Vreeland