La industria de la moda. ¿Por qué leer modaes?

Moda, moda, moda. Hoy en día a todo el mundo parece interesarle la moda. Tendencias, diseñadores etc. Y hasta hace poco creía que a mi también. Craso error.

Por supuesto que me gusta el mundo de la moda. Si no, no estaría aquí.

Pero he descubierto que lo que me gusta, lo que realmente me interesa, es la industria de la moda.

La cadena de valor de un producto, el "branding" de una marca, la comunicación en un mercado saturado, el margen de beneficio, el escandallo, la capilaridad de una marca, etc.

Por eso me gusta Modaes. Porque sus noticias, realmente muestran el aspecto más real (a mi modo de ver) del mundillo. Una especie de páginas salmón de la industria de la moda.

Y creo que no estaría de más que todos nos pusiéramos un poco más al día en estos temas.





5 documentales (medianamente) recientes sobre Moda

1. Mademoiselle C 


Si te gustó The September Issue... pues igual no te gusta este. 
La versión francesa del documental, cambiando a Wintour por Rodfield. 
A mí personalmente ni fu ni fa. Pero como en muchos de estos documentales, tiene que gustarte el personaje. 

2. Scatter My Ashes at Bergdorf's


Este sí. Uno siempre ha oído hablar de Bergdorf's pero este documental demuestra, en mi opinión, como las cosas hay que hacerlas bien o no hacerlas. Lo bueno es que cubre todos, pero todos, los aspectos de la tienda. No se queda en lo superficial.


3. Diana Vreeland: The Eye Has To Travel



Si has leído la biografía de Diana Vreeland (que recomiendo fervientemente) puede que no te aporte mucha información nueva. Pero ya solo por escuchar las anécdotas que los demás cuentan de ella, merece la pena. 


4. Yves Saint Laurent: L'amour fou 



Más amor que industria pero a través de Pierre Bergé, aporta otra visión de YSL.

5. Bill Cunningham New York Trailer



Conocí a "Bill" gracias a este documental, y lo cierto es que, tiene algo. No sé como describirlo. ¿quizás humildad con simpleza? 

Rojo o azúl

La señorita Mapp - E.F.Benson

Aquello era realmente maravilloso, y la señorita Greele estaba totalmente en lo cierto, porque no quedaba ni el más mínimo rastro de que aquel vestido hubiera sido azul martín pescador. Casi no daba crédito a lo brillante y roja que era la prenda; parecía casi como si derramara un fulgor rojizo sobre el techo de la estancia. 
Y el detalle de que la gasa naranja que cubría el cuello y las mangas se hubiera teñido de negro (siguiendo el gusto exquisito de la señora de Titus Trout) no hacía sino respaldar el esplendor del conjunto y conferirle un resplandor deslumbrante. El azul martín pescador parecía, en comparación, una cosa espectral y cadavérica al lado de aquel nuevo vestido. Aunque -la señorita Mapp estaba convencida- aquello sería doloroso para Diva, también sería, como todas las personas de buena voluntad desearían, una lección para que no se volviera a atrever con semejantes lujos. Y aprendería esa lección (Dios mediante), pensó la señorita Mapp, al día siguiente en la partida de bridge que se celebraría en casa de Susan. También el capitán Puffin aprendería una lección, porque uno nunca es demasiado viejo para aprender una lección o, para el caso, darla. 







Exposición Les années 50, la mode en France

En frebrero de 1947, la colección de un couturier recién llegado a la Avenue Montaigne cambia el mundo de la moda para siempre. […] Cuatro años más tarde del llamado New Look,  Christian Dior representa el 49% del total de exportaciones de moda francesa.

Así empezaba el folleto informativo que me dieron en el Palais Galliera (Musée de la mode) una mañana de domingo de principios de agosto.

La exposición se llamaba: Les années 50, la mode en France, 1947/1957 y como muy amablemente me informaron a la entrada, las fotografías no estaban permitidas. Uno que es muy respetuoso con la ley, ni lo intentó.

Uno de los pocos motivos por los que había ido era porque todos mis amigos habían escapado de París, por lo que no existía la más mínima posibilidad de hacer ningún plan.

En general, debo admitir que no me gusta ver la ropa en maniquíes, resulta triste. No es para eso para lo que fueron creados. El primer vistazo me decepcionó, vestidos y más vestidos y una panda de modernas “apasionadas” de la moda. Pero nadie me esperaba, así que decidí dedicar más tiempo a observar, a entrenar el ojo.

Y me sorprendí.

Me sorprendí de cientos de pequeños detalles, del glamour de algunos detalles, de la sencillez de otros. Es cierto que después de tanto leer sobre la época, uno idealiza hasta los vestidos, pero observando atentamente se empiezan a comprender cosas.

Recuerdo un vestido negro de Chanel, sencillo, sin estridencias que me llamó especialmente la atención. ¿Por qué? Porque uno no entiende que calificaran a Coco Chanel de adelantada hasta que ve ese vestido. Cualquier amiga, cualquier conocida podría llevar ese vestido hoy en día.

Leemos mucho sobre el tema, sobre la historia de la moda, sin llegar, creo yo, a entenderlo muy bien. Y en cierta forma, esa exposición me ayudo a encajar algunas piezas.


Creo que prefiero idealizar las cosas, pero verlas en realidad, aunque decepcione un poco a veces, aporta una nueva perspectiva. 

Museo de la moda

10 pequeños lujos que valen más de lo que cuestan

Todos queremos lujo, es así. Y demasiadas veces se relaciona el lujo con lo caro. Y eso no es necesariamente cierto.

  1. Flores frescas: ningún ambientador sustituye a un buen ramo de flores.
  2. Sabanas de lino: Se duerme distinto.Sencillamente. ¿Dónde conseguirlas? Del ajuar de la abuela.
  3. Vajilla antigua: Para comer o para tomar el té. El precio en mercadillo no supera demasiado a platos de IKEA.
  4. Un viaje en taxi: Sobre todo en el extranjero supone (al menos para mí) un pequeño lujo decadente.
  5. Una pitillera de plata: Si hay que intoxicarse mejor con estilo. Y no son especialmente caras, la mía fue un regalo. El mechero de Dupont no lo pongo en la lista porque eso si que no es un “pequeño” lujo.
  6. Una camisa hecha a medida: por muy lujoso que suene, a veces son más baratas que cualquier camisa de marca. Y por supuesto, a medida.
  7. Una copa en un hotel de lujo: Una vez al año no hace daño.
  8. Comer con servilletas de tela y mantel: En serio, no hay nada más simple y transforma el comer en la ceremonia que debería ser.
  9. Darse un baño: ¿Cuándo fue la última vez que te diste un buen baño comme il faut?
  10. Usar una toalla extragande y un albornoz: Para completar la experiencia anterior.