El día se presentaba gris.
Cielo gris, acera gris, un traje gris. Ni siquiera el hecho de que fuera viernes parecía ser suficiente para alegrar las siete de la mañana.
Mientras bajaba en el ascensor abrió el bolso y sacó una barra de pintalabios. Sólo eso necesitaba, un ligero toque en los labios.
Una ligera sonrisa se posó en su boca. No estaba mal, al menos era un inicio.