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Siempre
he dicho que vestirse es como disfrazarse. Como el quimono y maquillaje de una
geisha que la trasforman en otro ser. Lo que vestimos dice tanto de nosotros
que nunca he creído que no hay que juzgar a un libro por las tapas.
Si
tienes el ojo entrenado puedes hacerlo.
Lo que vestimos dice a dónde vamos, de
dónde venimos, lo que queremos aparentar y lo que nos esforzamos en ocultar. Es
un indicativo de cómo nos sentimos, de nuestra autoestima, de nuestra
educación, de nuestra profesión.
Uno de
mis ejercicios favoritos es fijarme en la gente y estudiarla por lo que llevan
puesto. Pero no quedarse en la superficie. Hacer, lo que a mis amigos y a mí
nos gusta llamar un “Sherlock”. Tratar de deducir todo lo posible de una
persona por lo que lleva puesto.
Y a
veces se acierta, y otras se falla, pero como cualquier ciencia, la
experimentación es lo que lleva a la perfección.
Y si lo dice Irene Adler, va a misa.