FAKE

En Montecarlo, cuando su alteza era soltero, mucho antes de que llegase esa actriz plebeya, ocurrió un caso que expone hasta donde puede llegar el verdadero señorío. Una cierta Lady Montagu, la mejor cliente de Balmain, llegó al Sporting, divinamente vestida, nada insólito en ella, por otro lado. La recuerdo perfectamente: Un vestido en gasa azul con reflejos grises, muy vaporoso, con drapeados y un gran lazo a la altura del hombro. Sólo las mujeres con mucho mundo tienen la gracia necesaria para moverse entre tanta fantasía. Por supuesto, Lady Montagu fue el toast of the party... Hasta que de repente se presentó cierta actriz italiana luciendo un modelo idéntico. Yo tuve alguna relación con Balamain; por lo tanto puedo asegurarte que era imposible que dos vestidos iguales hubieran salido de sus talleres.
En principio, nadie se atrevió a sospechar de Lady Montagu. Comment ! Todo el mundo conocía su rango, era una autentica favorita. En cambio, la italiana no llegaba siquiera a la altura de Sofía : era un vulgar producto del éxito rápido que se dan en estos tiempos. Pues bien, ¡resultó que el suyo era el modelo auténtico y el de Lady Montagu una vulgar imitación ! Cómo esas divas del cine ganan el dinero con el coño, siempre tendrán más que las aristócratas que ya se han gastado lo que tenían sus tatarabuelas. ¡Pobre Lady Montagu ! Se supo que había robado unos bocetos del taller de su modisto y se lo hizo copiar por una modista de barrio. El instante fue de gran peligro. Semejante suceso podía marcar el declive social de Lady Montagu, tan divina por otro lado. Pero fíjate en lo que es el señorío : nadie deseaba perder a una gran dama, por más que fuera una vulgar choriza. Salvó la situación el embajador alemán, quien la saco a bailar en un gesto que fue muy aplaudido. Era inevitable que todo el mundo se sintiera fascinado. El vestido de Lady Montagu parecía autentico por que ella lo era. En cambio, la diva italiana tuvo que irse a mitad de la fiesta porque todo el mundo le dio de lado.

Garras de astracán. Terenci Moix

Me encanta esta historia. Me gusta eso de que la clase de una persona pueda hacer que algo falso luzca como autentico. Pero no me gusta que se use como excusa para llevar cosas falsas. El tipo de clase a la que me refiero es a la que es capaz de llevar un bolso de Zara como si fuera un Chanel. Muchas mujeres creen que por que visten muy pijas (no hay otra palabra) una imitación pasará desapercibida. Pero se equivocan. Hoy en día, cada vez hay más gente con muy buen ojo para distinguir imitaciones. Además, la gente que se compra imitaciones (no siempre, claro está) quiere comprar la marca. Mientras que la gente que compra un original (no siempre tampoco) lo hace por que aprecia el producto. Sería como comprar un cuadro por que es un Picasso y no por que sea bonito.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en el sentido de que no hay excusas para llevar una imitación. Es verdad que hay gente que puede llevar con la misma elegancia una prenda falsa.
Pero en mucho de los casos se nota que la persona lleva una imitación porque no se condice con su andar, sus modales o el resto de la ropa que lleva.
Creo que como decis, la idea no es comprar una prenda o un accesorio solo porque es de una marca. Se supone que tendríamos que acercarnos al objeto que nos gusta y, si no podemos comprarlo, luchar para tenerlo. Creo que tener una originalidad en las manos puede ser tan gratificante como para algunos muchas copias.
Saludos!!!

dijo...

Estoy al 100%

Kiss...