En la sombra [...] Ignatius J. Reilly miraba a las demás personas que esperaban bajo el reloj junto a los grandes almacenes D. H. Holmes, estudiando a la multitud en busca de signos de mal gusto en el vestir. Ignatius percibió que algunos atuendos eran lo bastante nuevos y lo bastante caros como para ser considerados sin duda ofensas al buen gusto y la decencia. La posesión de algo nuevo o caro sólo reflejaba la falta de teología y de geometría de una persona. Podía proyectar incluso dudas sobre el alma misma del sujeto.
La conjura de los necios - John Kennedy Toole
Una vez un amigo me dijo que me parecía a Ignatius. El me lo dijo como un cumplido aunque cueste entenderlo.
Recuerdo que Ignatius vestía horriblemente y me imagino que tú no. Quizás os parecéis en cierta intolerancia a la vulgaridad del mundo moderno. Yo no me parezco en nada a Ignatius pero mucho menos a Myrna Minkoff.
Maribel: Efectivamente se refería más a lo segundo. Es curioso que los que somos más intolerantes seamos al final los que más toleremos, ya que al final no vemos distintos grados. ¿Me explico?
3 comentarios:
Recuerdo que Ignatius vestía horriblemente y me imagino que tú no. Quizás os parecéis en cierta intolerancia a la vulgaridad del mundo moderno.
Yo no me parezco en nada a Ignatius pero mucho menos a Myrna Minkoff.
Saludos
Maribel: Efectivamente se refería más a lo segundo.
Es curioso que los que somos más intolerantes seamos al final los que más toleremos, ya que al final no vemos distintos grados. ¿Me explico?
Mmmmm, no sé será que estoy un poco espesa. Podrías elaborar la idea.
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