Cuando en el Palace de Madrid te encuentras con un Starbucks y un Vips, significa que realmente el mundo está cambiando. Una vez más, cuando los sitios, personas y eventos pierden ese halo de misterio, pierden todo el interés.
Me voy a Madrid.
A no hacer nada. A pasearme por el jardín botánico. A comprar libros usados en la Cuesta de Mollano. A almorzar en lugar de comer, con amigos, como los personajes de Terenci Moix. A inventarme mi vida para los taxistas. A despreciar los gin-tonics con pepino. A ver Los miserables.
Y en lo único que puedo pensar es en la maleta. ¿Cómo puede ser que me lleve lo mismo para 2 días que para una semana? Francamente, hay cosas que ni yo entiendo.
Siempre intento recordar la premisa de que, el viajero ataviado con excesivo cuidado trasluce menos interés en ver que en ser visto, mientras que el verdadero viajero sabe que el mundo a su alrededor es su mejor accesorio.
Mientras estaba adelgazando, Billy y la condesa hicieron una expedición a Hermès, donde Billy compró dos cinturones, uno ancho para sujetar el abrigo y el otro estrecho, para ceñir los jerseys. Compró también su primer pañuelo de Hermès. Lilianne le había explicado que, con una falda bien cortada, un buen par de zapatos, un jersey decente y el indispensable pañuelo de Hermès, cualquier francesa se siente tan bien vestida como la reina de Inglaterra, la reina de Bélgica o la condesa de París, esposa del pretendiente al trono de Francia, pues así es como visten estas damas en la vida privada.
Scruples. Judith Krantz
Yo defiendo el uso del uniforme en los colegios. Es una de las cosas más prácticas que existen. Con dos pantalones, dos jerseys y dos camisas tienes al niño vestido. Y cuando van creciendo no tienen que preocuparse de si fulanita lleva esos pantalones o menganito unos pantalones de la marca X.
Pero ¿Cómo se ven los uniformes en los distintos países? En Reino Unido e Irlanda son de lo más común. De hecho, hay muy pocos colegios (publicos o privados) que no tengan. Recuerdo estando una vez en Dublín a principios de septiembre ver como todos los niños salían de clase con sus uniformes, cada uno distinto según el colegio. Muy bonito. Es ligeramente diferente al que se ve aquí, o al menos a los que he visto yo. Ahí desde pequeños les hacen llevar americana y corbata. Aquí somos bastante más... “informales”.
En Estados Unidos solo los colegios privados utilizan uniforme. Como tampoco son muy comunes, no se ven a muchos niños con uniforme.
En Japón por ejemplo, utilizan un modelo muy europeo, ya que cuando se instauró el modelo actual de educación en 1870, se fijaron en Alemania, Francia y Reino Unido.
Cuando llegan a secundaria, las chicas llevan el Sailor Fuku, que se trata de un uniforme basado en el uniforme de la Marina Real Británica. El Gakuran es su variante masculina, está inspirado en el del ejercito Prusiano del siglo XIX. Se trata de una casaca negra con botones, y pantalones del mismo color.
Vestirse [... ] no hay nada mejor., con mucho tiempo para pensar y probarse ésta prenda o aquella otra con el espejo por cómplice y la soledad por alcahueta. Y ella, la soledad, es siempre la mejor consejera: “No, no, nada de ropa interior procaz”, dice, “es cierto que a los hombres les fascinan los rojos estrepitosos y los negros putanescos. Pero seamos astutas, querida mía: en una primera cita no conviene nada aparecer como Jean Harlow con sus rasos y mucho menos emular a Jane Mansfield con sus ligueros. No, no, es mucho mejor ponerse algo discretamente sexy, como si no hubiéramos previsto que acabaríamos en la cama. De este modo, el secreto lenguaje de la ropa interior dará a entender: “Oh, qué maravilla, amor, no me esperaba que ocurriera esto”. Porque así hablan por nosotras ciertas prendas muy bien escogidas, prendas inocentes y taimadas, ¿cómo decirlo?, tan Lolitas ellas.
Cuando uno empieza a pensar que ropa interior llevar... no es solo para sí mismo.
El tema son los perfumes. Se dice que el olor es una de las cosas que más activan los recuerdos. Y estoy de acuerdo. Es increíble todo lo que puede hacernos recordar una ráfaga de cualquier olor. A veces incluso momentos que teníamos guardados en lo más profundo de la memoria.
Supongo que es en eso en lo que se inspiran para los anuncios de perfumes. En las sensaciones que nos produce recordar un momento dado. Reconozco que antes no entendía muy bien estos anuncios, de hecho tampoco es que ahora los entienda mucho más, pero se puede decir que ahora me “transmiten” más. Después de todo, en marketing se consideran los perfumes uno de los productos más difíciles de vender.
El perfume que más me evoca es el de Kenzo. Ese olor masculino, diferente y algo dulce me recuerda a algunos de los mejores momentos de mi vida. A siestas de toda una tarde, en la penumbra de la primavera. A locos paseos en bicicleta y a las primeras camisetas de manga corta del año. Por supuesto me recuerda a la persona, pero sobre todo a los momentos y a esa luz especial que parecen tener ciertos recuerdos.
Que los perfumes que despiertan nuestros recuerdos no dejen nunca de fabricarse.
He avisado que estaba con día cursi.
¿Qué tienen las rebajas que sacan lo peor de la gente? Esa manía casi sovietica de conseguir lo que sea mientras sea gratis o rebajado, aunque no se necesite. Una amiga diría que es mentalidad de post-guerra, a mí sencillamente me recuerda a esa anecdota de la Rusia comunista según la cual, un ruso siempre llevaba una bolsa por si veía alguna cola. Muchas veces, se ponían a esperar sin saber siquiera que se repartía.
En estas cuestiones, soy de la opinión de que, sobretodo con nuestros armarios a rebosar, uno debería hacer caridad, no recibirla.
Hace tiempo me lo dejó una amiga, y aunque no me atraía demasiado, me lo leí, porque tengo el problema de que me leo hasta el listín de teléfonos. El libro básicamente se separa en dos fases: la época Británica y la Americana.
Durante su etapa en el país de su graciosa majestad, se nos habla de su infancia. Su padre como editor de un importante periódico, sus exitosos hermanos, el perfeccionismo de su padre y bla bla bla. No me gusta que intenten psicoanalizar al biografiado. Da la sensación de que pretenden excusarle. Resulta interesante ver sus comienzos en el mundo de la moda, en tiendas, y luego en un par de revistas, así como su interés por los hombres maduros.
Su siguiente etapa transcurre en Nueva York. Su paso por distintas revistas, y su afán de perfeccionismo en la faceta tanto personal como profesional. Así como sus ganas de fotografiar a famosos. Una vez más algo insípido. Uno espera (yo el primero) que se cuenten detalles jugosos o sencillamente detalles del día a día en la revista Vogue y sin embargo tenemos que conformarnos con un par de capítulos.
Sabemos que como se toma la sopa o que hace limpiar su mesa de todo papel (idea que yo mismo he copiado) y luego con alcohol, pero apenas profundizamos en ese (te guste o no) interesante personaje. En conclusión, un libro entretenido pero no imprescindible.
"Sabía que no hay nada más nocivo para la personalidad de una mujer que el mariquita que la pone en un altar disfrazándola con la personalidad que él hubiera deseado para sí"
Terenci Moix, Garras de astracan.
Sin embargo, creo que un personaje público debería tener la suficiente seguridad y vivencias, como para saber presentarse en distintas situaciones. No descarto el uso de un estilista en determinadas ocasiones, pero creo que debería ser como un abogado: se le consulta para situaciones muy concretas, las demás, sabemos como llevarlas nosotros solos.
No es mi intención herir sensibilidades con la frase que pongo al principio. Aunque ciertos políticos no la vean, hay una sutil diferencia entre ser políticamente correcto y ser educado. No soy políticamente correcto pero intento ser educado, lo cual no quita para que en mi blog diga lo que quiera. Por lo tanto, si alguien se siente ofendido, mis disculpas.
¿Qué se le puede regalar a una mujer que lo tiene todo? (O lo que es lo mismo, la inmensa mayoria de mujeres)
Diamonds are a girls best pero se sale un poco de mi presupuesto. Además Holly Golightly decía que los diamantes son para las señoras mayores.
Un bonito pañuelo suele ser mi elección más habitual. Si nos sentimos generosos, Hermès o Loewe. A fín de cuentas, un buen envoltorio hace regalo. Recuerdo un personaje que regala a sus amantes un Birkin al principio de la relación y un pañuelo al final.
Una buena pluma o papel de carta con las iniciales impresas es algo tan elegante y pasado de moda, que vuelve a estar de moda. Los emails son lo mejor pero siempre hace ilusión recibir el correo.
O siendo más originales, una revista antigua. Un Vogue de ebay convierte en "fashionista" a cualquiera.
Que los reyes magos os traigan muchas cosas.
Solía decirse a principios del siglo XX que una dama que se preciara, nunca debía salir de casa sin guantes. Parafraseando Lo que el viento se llevó, no creo que las damas o los guantes importen ahora.
Por supuesto los guantes no son exclusivos de las mujeres, una prenda tan práctica no puede limitarse o perderse. De lana, cuero o ante, unos buenos guantes resultan prácticos a la vez que elegantes. Estando de viaje hace poco, perdí unos guantes que me encantaban: manoplas más bien, con dibujos escandinavos que había comprado mi padre en Suecia hará ya... bueno, muchos años. Me fastidió más el hecho de perderlos que el de tener que pasearme con nieve y temperaturas bajo cero sin ellos.
Se trata de una prenda que me fascina. Tan sencilla y señorial. Si os fijáis bien, la Reina de Inglaterra siempre los lleva (es bastante maniática, lo cual es comprensible cuando uno tiene que dar la mano a tanta gente) pero por cuestión de protocolo no puede usarlos cuando recibe “en casa” por lo que se “recomienda” a los invitados que sean ellos quienes los lleven.
Si os apetece daros el lujo (digo el lujo porque no son guantes de 20€) os recomiendo que vayaís a visitar la tienda Guantes Luque en la calle Espoz y Mina de Madrid, al lado de la Puerta del Sol. Es una guantería que parece sacada de una película. Venden guantes ya hechos aunque también creo que reciben encargos. Si estáis por Madrid merece la pena pasarse solo para verla y hablar con las dependientas (si es que aún viven) o su nieto quien lleva ahora el negocio. Esto es exclusividad y no lo de Chanel.
En general, no me gustan los propósitos porque uno nunca sabe lo que va a pasar ese año. Esto me recuerda a una historia que solía contarme mi padre de pequeño.
La historia del mercader, el sultán y el caballo volador.
Había una vez, en un pais exótico y lejano un mercader que había contraido muchas deudas. Al no poder pagarlas, fue conducido al palacio del sultán para ser ajusticiado.
Una vez en presencia del sultán el mercader trató de negociar con él:
- Poderoso Sultán, perdonadme las deudas y concedme un año. En ese plazo, yo prometo hacer que vuestro caballo vuele.
El sultán meditó la propuesta. Las deudas que tenía no eran tan grandes a fin de cuentas. Un año no era mucho tiempo, y si realmente conseguía que su caballo volara, sus enemigos le temerían aún más.
Finalmente le concedió el plazo y le dejo marchar, advirtiendole que si no lo conseguía, lo mataría igualmente.
Al llegar a casa, el mercader contó a su esposa lo ocurrido y está se asustó:
-¿Cómo has podido prometerle tal locura? ¡Es imposible!
Con tranquilidad, el mercader respondió.
- En un año pueden pasar muchas cosas; puedo morirme yo, puede morir el caballo, puede morir el sultan, y quién sabe, ¡puede que hasta el caballo aprenda a volar!