Rodeado de mujeres

Me gusta rodearme de mujeres. 
Como decía Rhett Butler, los hombres somos una calamidad ¿no soy una buena prueba de ello?

Sigo un patrón inconsciente con mis amistades. 

Mis amigos varones son sencillos, sin complicaciones, sanos, de los que son incapaces de hacer el mal con premeditación. Con los que quedas para tirarte en el sofá a ver un partido de futbol o el energy, con la nevera llena de cervezas y con el numero de una pizzería guardado en la memoria del telefono. 

Pero las mujeres... mis mujeres son hermosas, guapas, aunque cada una a su manera. Y siempre inteligentes. Una mujer bonita sin inteligencia es como un coche sin ruedas: no te lleva a ninguna parte. 





Mis mujeres tienen siempre un toque mordaz, cierta ironía que se deja entrever en una media sonrisa pintada con ese Rouge que tanto les ha costado encontrar, y a veces tienen hasta cierta malicia que me conquista. 


Mis mujeres tienen dones que para otros ojos pueden ser insignificantes e incluso inútiles, pero no para mí. 

Algunas tienen una inteligencia clásica: cerebro para los números, lógica y razón. Una especie de Temperance Brenan suavizada. 

Otras saben observar y deducir, Miss Marples con Converses y melena al viento. 

También tengo autenticas enciclopedias de temas en concreto que averguenzan a Wikipedia. Cine y literatura, alejadas del pedanterío pseudo intelectual y con una objetividad que siempre es de gran utilidad. 

Y algunas tienen el don de conseguir lo que desean, de manipular con una sutileza que hacen que la otra persona piense que es idea suya. Mujeres que pueden transmitir la imagen de damisela en apuros en un momento, para transformarse luego en alguien a quien no es conveniente pisar. 

Y estas mujeres me han enseñado una lección muy importante: no son nuestras habilidades las que nos definen, sino nuestras elecciones. 

Manipula solo para un objetivo noble, observa solo aquello que merece la pena observar, aunque en un principio no parezca relevante, sé consciente de tus fortalezas.





Fotografías: Mujeres (The Women 1939)

El colorete de Blancanieves

Entre uno de mis intereses (como los temas que trato en mi blog, los crímenes o otras cosas que me guardo para mí) está Disney, sí, Walt Disney. Y me gusta atesorar datos que no le interesan a nadie.

Este va sobre maquillaje y Blancanieves.

Aunque todo el mundo conoce la película hay muchas cosas que la gente no sabe. Por ejemplo, que fue el primer largometraje de Disney, y no solo eso, fue el primer largometraje de dibujos animados de la historia. Ahí es nada.

Al ser el primer largometraje, y en color (estamos hablando de 1937 amigos) se enfrentaron a muchos retos. Entre otros la creación de humanos. Para ellos era mucho más facil trabajar con caricaturas (los enanos, la reina disfrazada de bruja, etc) que con personajes humanos, uno de los motivos por los que el príncipe apenas sale. 

La cuestión es que, para el rubor de Blancanieves, se utilizó colorete de verdad, nada de pinturas. El colorete que en la época se podía encontrar en cualquier droguería. 

Y estamos hablando de mucho colorete. Recordad que en aquella época cada fotograma se pinta por separado. Si un segundo de película requiere 24 fotogramas y la película dura 83 minutos... eso hacen 119520 fotogramas. 







Me llaman snob

Me llaman snob

puede que sea la ropa


El gesto


o la pose.

Pero me llaman snob




¿Realmente tienes que vaciar tu armario?

man wardrobe


Una de mis aficiones en internet son los blogs de organización. Me encantan. Esos sabios consejos que luego nunca cumplo. Mi problema es que necesito un desorden creativo y al mismo tiempo disfruto ordenando, por lo que primero necesito tener algo que ordenar.

Pero no es de mis contradicciones de lo que quiero hablar.

Uno de los posts más recurrentes en este tipo de páginas es el de declutter your wardrobe. Y me sorprende la cantidad de ropa que puede llegar a acumular la gente. En serio. Comprendo las compras compulsivas y el tener más ropa de la necesaria, pero creo que hay límites.

Hace unos años doné un montón de ropa que tenía guardada en cajas que, por su estilo, sabía que nunca me pondría.

No soy de los que defiende vivir con dos pares de pantalones, dos pares de zapatos, cuatro camisetas y un jersey (que los hay) y francamente me quedé sorprendido por el, ¿Podemos llamarlo estilismo? Que le ponían al fundador de Facebook en la película “La red social”. Creo que como en tantas otras cosas de esta vida, en el punto medio estriba la virtud.

Tengo al menos 10 jerseys de lana (Pringle, Ralph Lauren, Burberry, H&M, Redoute, me da igual). Granate, verde, gris, negro, azul, y otros con diseños. Tengo unas 5 sudaderas, cada una distinta de la otra. Unas 15 camisas (la mayoría en tonos azules). Añadele los jerseys más finos, los zapatos, las cazadoras y abrigos y vemos lo que parece un gran armario.

¿Por qué no hago tanta limpieza? Porque lo uso todo. Sí, todo.  Y no me refiero a algo que se usa un par de veces al año. Voy rotando toda mi ropa y me gusta. Además la mayoría son prendas de calidad. Algunas tienen más de diez años y siguen estando perfectamente. Otras me duran menos y llega un momento en el que hay que tirarlas, pero eso es todo.

Lo importante no es la cantidad de ropa que tengas (o de objetos, o lo que sea) como parece que dicen estas webs: ¡vacía la casa! ¡Minimalismo! ¡declutter!


No. No hay ningún problema en tener muchas posesiones. Siempre y cuando las uses. Y eso es lo más importante.